domingo, 15 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El doctor Benites examinaba a la paciente con cuidado, él estaba atento a cada síntoma.  
La temperatura de su cuerpo era normal, aunque ella estaba todavía en un estado delicado. 
Después de un largo silencio, el doctor escribió en la historia clínica de la paciente y  dijo a la enfermera.
-No debes decir nada a la familia, no quiero que abriguen esperanzas antes de tiempo, la paciente puede estar bien hoy día y mañana vuelve la fiebre más elevada y retrocedemos todo lo avanzado. He visto muchos casos así. Si en  los próximos días,  ella  continúa mejorando y no hay fiebre entonces podemos decir que el virus se ha debilitado y que hay buenos signos de recuperación. Por el momento no digamos nada. 
El doctor Benites salió de la habitación y se encontró con Alma, ella preguntó ¿cómo había amanecido su hija?. 
El doctor la vio tan angustiada que decidió hablar con ella y contarle cómo había encontrado Alida. Le explicó al detalle sobre su salud y fue enfático: 
-No debemos cantar victoria todavía y decir que ella está libre del virus. Es mejor esperar unos días más para saber como sigue evolucionando su enfermedad. Mientras tanto va seguir con las medicinas y en aislamiento-.
Una luz de esperanza se abrió para Alma, que no dejaba de llorar, el cielo la había escuchado.   
-Calma, no debe ponerse así- decía el doctor - tenemos que seguir siendo fuertes para apoyar Alida, ella ahora necesita que nosotros seamos fuertes-. 
El doctor dijo estas palabras y se despidió de Alma que agradeció haberle dicho la verdad, luego  se acercó a la ventana de vidrio que la separaba de su hija y vio que Alida dormía, sabía que estaba sin fiebre, eso dijo el doctor y ese era un paso adelante para su recuperación, solo tenía que seguir con la medicina aunque está tuviera efectos secundarios. 
La tía Vera llegó unos minutos más tarde y Alma le contó a su hermana lo que había hablado con el doctor 
-Ahora me siento con más tranquilidad, al saber que Alida a dado un paso en su recuperación, eso me hace feliz-. decía la madre de Alida. 
-Alma no quiero ser pesimista, tu sabes que yo quiero mucho Alida pero debemos esperar para decir que está fuera de peligro, el doctor ha sido claro en ello.
-Si... si, es verdad, debemos esperar unos días para estar seguros que Alida va a estar bien- comentó Alma con una leve sonrisa. La felicidad se veía reflejaba en su rostro, su hija estaba reaccionando y ella rogaba al cielo que continúe así. 
Gervacio llegó al Centro Médico en la noche, Alma y Vera ya se habían retirado. Él por su trabajo no podía salir temprano. Habló con la enfermera de turno para saber cómo estaba  Alida y ella le comentó las buenas noticias, pero le hizo la advertencia: -no debía pensar que estaba fuera de peligro. La enfermedad puede recrudecer y esa era una posibilidad muy grande-.    
El tiempo pasaba y cuatro días más tarde, Alida seguía sin fiebre ya no deliraba por la temperatura y se mantenía despierta más horas. Al quinto día Alma pidió al doctor  entrar a la habitación unos minutos para hablar con Alida. El doctor dudo unos segundos y contestó: 
-Solo va entrar diez minutos, no se debe exponer Alida a ninguna contaminación, ella está con las defensas bajas, hasta una simple gripe puede ser mortal. Es importante protegerla-. dijo el doctor muy serio.
La enfermera trajo para Alma guantes, un mandil, mascarilla y botas desechables para cubrirse los pies, nada debía contaminar la habitación. Alma se quitó los zapatos y entró a la habitación, estaba bien cubierta para proteger Alida. Vera la esperaba en el pasillo, ella no debía entrar, por el momento las visitas estaban restringidas, solo la madre estaba permitida.  El doctor fue claro en esto y dio la orden a la enfermera para que sea estricta. 
Alma se acercó a la cama de su hija, Alida abrió los ojos y vio que su madre estaba a un lado. Ella disimulaba su tristeza, no quería que su hija la viera llorar. 
-Alida como te sientes, todos estamos preocupados por tu salud-. comentó Alma cuidando sus palabras para no preocuparla. 
-Me siento mejor madre, ya no tengo fiebre y creo que voy a sanar- contestó Alida haciendo un esfuerzo.          
Madre e hija conversaron por unos minutos más, Alma le daba ánimos a su hija para su pronta recuperación.
-No puedo quedarme mucho tiempo conversando contigo, el doctor a dado la orden de no permitir visitas, es por tu salud.   
La enfermera entró a la habitación se habían cumplido los diez minutos y le advirtió Alma que debía salir para seguir las ordenes del doctor.
-Si la paciente sigue así, pronto se ira a su casa- dijo la enfermera.
Alma no protestó, se despidió de su hija, tenía que hacer caso al doctor, no quería que Alida retroceda en el tratamiento. 
Ese mismo día en la noche Gervacio llegó para ver Alida, la enfermera  vio que miraba a Alida por el vidrio, en su rostro había tristeza, entonces ella se acercó y le permitió entrar a la habitación solo después de cubrir su ropa  como lo había hecho Alma en la mañana.  
Gervacio entró a la habitación muy despacio, Alida dormía pero al sentir un pequeño ruido despertó,  él entonces comentó -¿cómo estas? no hables si te sientes cansada- Alida movió la cabeza en señal de negación y contestó:
-Me siento mejor aunque me duele todo el cuerpo, no se porque, seguro  debe ser por la fiebre que he tenido-  contestó muy despacio. 
-No te preocupes, todo va estar bien y pronto te iras a casa, estoy seguro de ellos- comentó Gervacio. Conversaron unos minutos, él tenia cuidado de no agotar Alida, ella todavía estaba débil.
La enfermera  entró a la habitación  para decir que la visita había terminado, Gervacio sintió que el tiempo había volado, se despidió de Alida. 
La visita fue breve pero se sintió tranquilo y feliz, era mejor seguir al pie las indicaciones del doctor para evitar cualquier complicación.  
Cuando Gervacio se marchó Alida se quedó sola en la habitación, por momentos recordaba cuando estaba con fiebre y su cerebro no coordinaba con la realidad, ella deliraba y sus pensamientos eran confusos. Recordaba ver una luz brillante hacia donde ella caminaba y de pronto todo se volvía oscuridad, a lo lejos escuchaba voces pero no comprendía lo que hablaban. No podía moverse porque sentía que su cuerpo pesaba una tonelada y su respiración era lenta. 
Alida se estremecía de miedo al recordar esos momentos de confusión y fiebre alta que la dejaban inconsciente. Ahora se sentía un poco mejor pero sin fuerzas para moverse con libertad.  
Al día siguiente después de examinar a la paciente, el doctor ordenó un nuevo examen de sangre, se sentía más optimista sobre la salud de Alida, él pensaba que habían superado lo peor de la enfermedad, pero se debía seguir teniendo el mismo cuidado.
Nada era suficiente para seguir el camino a la recuperación. El doctor Benites quería ver los resultados del nuevo examen de sangre.
Al salir al pasillo el doctor vio que Alma lo esperaba, entonces comentó -si Alida sigue este camino en su recuperación, en unos días más le podemos dar de alta, pero primero quiero esperar los  resultados del nuevo examen de sangre-.
Alma no cabía en su cuerpo de tanta felicidad, por fin su hija iría a la casa y ella ayudaría para que se recupere completamente. 
-Doctor que bueno escuchar sus palabras, por fin mi hija está mejor-. contestó Alma más tranquila. 
-Sí, pero hay que esperar que dicen los exámenes, ya le he comentado que debemos tener cuidado y no adelantarnos a los hechos- terminó de decir el doctor y se retiró. 
Alma se preparó para entrar al cuarto de su hija, Alida descansaba pero estaba despierta, al ver entrar a su madre habló con ella,  algunas palabras no podía tener una larga conversación, la enfermedad la había debilitado, pero de todas maneras se sentía mejor que semanas atrás.
Cuando la visitaba Gervacio era lo mismo, ella hablaba poco y solo por diez minutos, la enfermara era igual de estricta con Alma y Gervacio.           
Pero había una diferencia, nadie sabía que Gervacio también entraba en la habitación para ver y hablar con Alida unos minutos. 
La enfermera comprendía la preocupación de Gervacio por Alida.
Los resultados del examen de sangre habían llegado y el doctor Benites los examinaba con cuidado. Una sonrisa se dibujo en su rostro, Alida había salido del peligro y podía dar la orden de alta. En su casa los cuidados y con una dieta saludable pronto estaría completamente repuesta.
Subió al quinto piso para examinar a la paciente. Alida se encontraba despierta,  después de examinarla conversó con ella para preguntar como se sentía, ella contestó que se sentía mejor y que coordinaba sus pensamientos y su cuerpo por fin la abedecia.  
El doctor sonrió y dijo -mañana te voy a dar de alta ya puedes ir a tu casa, tus exámenes están muy bien y el virus ha abandonado tu cuerpo, felicitaciones- comentó el doctor satisfecho por Alida y su familia. Ella no podía sentirse más feliz. Le daba las gracias al doctor por no rendirse ante el virus.  
Cuando se encontró con Alma en el pasillo le dijo lo mismo que Alida y además  agregó -hemos luchado muy fuerte y no le dimos oportunidad al virus, que demostró ser muy peligroso, ahora puedo decir que Alida está fuera de peligro. Tenemos que sentirnos aliviados, mañana puede irse a su casa-.  
Alma casi lloraba de felicidad y agradecía una y otra vez al doctor por haber curado a su hija -sin usted no lo hubiéramos logrado, siempre tendrá mi gratitud.- contestó Alma entre lágrimas.
Alida en su habitación también se sentía feliz, era tiempo de agradecer al cielo por escuchar sus ruegos y permitirle salir adelante. En silencio rezo unas oraciones como gratitud infinita a Dios.

CONTINUARÁ    
     
   

domingo, 8 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Alida comenzó a recibir la nueva medicina, ahora quedaba tener paciencia y esperar unos días para ver si salia del cuadro de emergencia.  
Alma, la tía Vera y Gervacio guardaban grandes esperanzas sobre la salud de Alida.
Unos días después de recibir la medicina, Alida por momentos recuperaba la conciencia y pedía una y otra vez lo mismo, recuperarse, su deseo de aferrarse a la vida con todas sus fuerzas podía ayudarla a sanar aunque el doctor comenzó a notar nuevos síntomas que eran para preocuparse.
Las dosis del antivirus  eran altas, tenía que ser así para no dar oportunidad al virus que tome fuerza era necesario debilitarlo, ésto hizo que Alida comience a perder cabello, las uñas se le rompan y la piel se le reseque con el resultado de tener un aspecto escamoso. 
El doctor Benites, todos los días examinaba a la paciente para ver su progreso, pero éste todavía no se manifestaba, él no quería dar falsas esperanzas a la familia.  
Alma en silencio rezaba por su hija y Vera a su lado hacía lo mismo, Gervacio iba y venía nervioso por el corredor, sin tener la buena noticia de que el virus se debilitaba y abandonaba el cuerpo de Alida. Pensaba si el doctor había dicho que la nueva medicina era un gran antídoto  entonces porque no mejoraba.     
Hasta ese momento no habían buenos resultados a pesar que la medicina era una fuerte dosis.   La vida de la paciente corría riesgos y el doctor se sentía con las manos atadas, pero aun así, se debía esperar unos días más para dar oportunidad a la medicina que se le había administrado.  
Si el antivirus no surtía efecto, no se podía subir más la dosis, hacerlo sería envenenar la sangre de la paciente y causar su muerte. Todos veían con gran dolor que la vida de Alida se escapaba lentamente.
Una noche en el silencio de su habitación Alida despertó, no tenía fuerzas para moverse y unas lágrimas caían por su rostro.  Ella quería vivir y repetía: 
 -Por favor, todavía no es el momento, te ruego mi Dios no quiero morir- eran las mismas palabras de unos días atrás, era el mismo ruego.  
Gervacio, en su casa una noche cuando había regresó de visitar Alida, conversaba con sus padres Celeste y Fabian sobre ella.   No habían buenas noticias, no mostraba signos de recuperación.
-Mañana temprano el doctor va ordenar otro examen de sangre para ver si hay alguna novedad, pero en el estado de Alida no se puede estar extrayendo sangre cada día- decía Gervacio con pesar.
Fabian el padre contestó -todavía hay que esperar un poco más, no pierdas la calma, ella es una joven fuerte-.
-Padre el estado en que se encuentra Alida es terrible, el cabello se le está cayendo, la piel se le ha resecado y tiene una palidez que hace pensar lo peor- contestó Gervacio.
Celeste la madre estaba en silencio, no quizó intervenir para no alterar más a su hijo que estaba preocupado y nervioso. Ella sabía que él se sentía culpable, pero como hacerle entender que en una situación así nadie es culpable de este lamentable accidente.       
Otra semana más transcurrió y Alida una mañana en su habitación, comenzó           
a delirar por la fiebre alta ,la enfermera que la atendía se dio cuenta y le tomó la temperatura, era muy alta. Ella sabía  como actuar en este caso, mandó a traer hielo para ayudarla a bajar la fiebre. 
La enfermera lamentaba el estado en el que se encontraba la paciente. Nadie se atrevía a asegurar que ella saldría adelante. 
Alma en el corredor esperaba a la enfermera para preguntar como había amanecido su hija. 
Al salir de la habitación y después de responder todas las preguntas de Alma, no le dijo que había vuelto la fiebre, era mejor no preocuparla por el momento,  se disculpó y bajo a buscar al doctor para comunicarle que la paciente volvía a tener fiebre. 
El doctor Benites se tocaba la cabeza, ya no sabía que más hacer, solo se podía  esperar que Alida muestre signos de recuperación. 
Una mañana desde el campamento de investigación, Trevor por fin logró comunicarse con Gervacio antes que éste se vaya con dirección al Centro Médico, preguntó por la salud de Alida, todos en el campamento se habían quedado preocupados por ella. 
-Gervacio, al no saber nada de ustedes por fin pude comunicarme contigo, dime ¿cómo está Alida? ¿qué era lo que tenía?-.
-Trevor, disculpa, no te llamé antes porque no hay buenas noticias, Alida no está bien- contestó Gervacio y le contó a Trevor sobre su salud y todo lo que había pasado en el tiempo transcurrido. 
-Es una gran tristeza lo que me dices, aquí los demás ya han regresado a sus respectivos países pero dejaron saludos para ella y los buenos deseos de su pronta recuperación, Claire me dijo que le envíe un saludo especial  y si en algún momento  puede comunicarse que la llame a su teléfono y me dio su número.
Gervacio agradeció a Trevor sus palabras, pero él no estaba seguro de lo que iba a suceder en el futuro. 
Trevor agregó -en unos días más yo también regreso a mi país y el campamento se queda cerrado por que se acerca la estación de las lluvias y tú sabes que es imposible trabajar en esa época. Cuando esté en Lima me gustaría verte para saber más sobre Alida.
Gervacio estuvo de acuerdo y quedaron en encontrarse con Trevor cuando él llegue a la capital. 
Mientras las noticias en el Centro Medico no cambiaban,  al menos Alida no empeoraba y ese era un pequeño signo de esperanza.
Gervacio en su trabajo no podía pedir más permisos, con el riesgo despido, tuvo que incorporarse a su oficina, tenía bastante trabajo acumulado y por unas horas, era un escapada para que su mente se disipe de tanta preocupación.
Ese mismo día en la tarde en el Centro Médico, el doctor había citado Alma en su consultorio, ella y su hermana Vera hablaban con el doctor que les comunicaba el estado actual de la paciente.
-En la mañana, hemos tenido una junta médica para volver a examinar el caso de Alida, es mejor informarle que ella no muestra signos de cambio y ya no se puede administrar una dosis más fuerte. Es difícil decir esto pero si ella no se recupera no hay más que hacer. El virus que la atacado es muy potente y está soportando la medicina. Vamos a esperar un poco para extraer sangre, en el estado que ella se encuentra no quiero debilitar más.                
Alma no tenía palabras, ahora no sabía que hacer o decir, ella no aceptaba que su hija estaba grave.
Vera intervino -doctor, no se puede cambiar de medicina, tal vez eso haría una diferencia  en la salud de Alida.   
-Señora la medicina que se le está dando, es lo último en el campo médico para combatir este virus, no hay por ahora otra más. Ella está recibiendo fuertes dosis del mismo, subir a más, su cuerpo no lo resistiría. Tenemos que esperar-. contestó el doctor un poco impaciente.  
Alma y Vera terminaron de hablar con él y salieron unos segundos a la cafetería, Alma quería agua para tomar un calmante, se sentía mal.
Una hora antes Trevor y Gervacio se habían encontrado y llegaban al Centro Médico para visitar Alida. 
Gervacio le había advertido a Trevor que solo se le podía ver a través de un vidrio, ambos subieron al quinto piso cuando Alma y Vera estaban ausentes. Trevor pudo ver Alida por el vidrio, éste se sintió alarmado de cómo vio Alida, no era la joven alegre y sonriente que el había conocido.
-Solo espero que ella supere ésta enfermedad, es terrible ver cómo se ha consumido- comentó Trevor. 
Ambos estaban en silencio y miraban Alida cuando llegaban Vera y Alma al quinto piso. Gervacio les presentó a Trevor y les comentó que él era uno de los científicos que habían conocido en  el campamento. Alma lo saludo y Vera hizo lo propio.
Trevor notó que la madre no se sentía bien y comentó -señora espero que pronto Alida supere esta enfermedad, estoy seguro que así será-  se despidió de las dos mujeres y se retiró, Gervacio lo acompaño hasta la salida del Centro Médico para despedir al amigo.
-Gervacio no te olvides de llamar y decirme que Alida está bien de salud, debes pensar de esa manera-  comentó Trevor para animar a Gervacio. 
Los amigos se despidieron y Gervacio subió de nuevo para saber más sobre Alida. Vera fue la que le informó las últimas noticias. Alma estaba en silencio no hablaba, le temblaban las manos. 
Gervacio escuchó a Vera y una profunda tristeza lo atravesaba, él no podía quedarse más tiempo, era muy tarde, se disculpó y salio del Centro Medico.   
Solo unos días habían pasado de los últimos acontecimientos y en la habitación de Alida, mientras la enfermera tomaba el ultimo reporte sobre el estado de la paciente, observó que ella había amanecido sin  fiebre, su cuerpo tenía la temperatura normal y hablaba muy despacio. La enfermera se sorprendió y pensó, acaso había una luz de esperanza para Alida y el virus por fin retrocedía. Tenia que llamar al doctor para que la examine... ¡era urgente! 

CONTINUARÁ           
  

domingo, 1 de diciembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El doctor Benites ordenó a la enfermera subir la dosis de la medicina que se le estaba aplicando, por el momento era lo único que se podía hacer. 
El cuerpo de Alida se había hinchado, seguro era una reacción del virus dentro de su organismo.  
Con la nueva orden dada por el doctor se tenia que esperar  para saber si causaba alguna mejoría. 
En la habitación el médico y las enfermeras disponían todo para que la paciente se encuentre lo más cómoda posible, las horas siguientes serían decisivas para saber si el tratamiento tenía un efecto positivo. La emergencia continuaba en el quinto piso del Centro Médico. 
Alma, Vera y Gervacio se sentían nerviosos a la espera de noticias o de alguna explicación del doctor con la esperanza de la recuperación de Alida. 
El doctor Benites serio y preocupado salió de la habitación y habló con la madre, Vera y Gervacio estaban cerca:
-No quiero ser pesimista pero en estos momentos no puedo decir que la paciente esta fuera de peligro. Es muy temprano para decir que la medicina está haciendo efecto. El virus que la ha atacado es fuerte y reacciona contra el antivirus, solo me atrevo a decir que tenemos que esperar para estar seguros y ver si hay alguna reacción positiva en la paciente. No puedo agregar más, los días o las semanas siguientes son de espera. La paciente va seguir en aislamiento. 
-¿Doctor es grave el estado de mi hija? preguntaba Alma con apenas un hilo de voz.
-Si, pero no seamos negativos, tenemos que esperar- terminó de hablar y se retiró
Alma abrazó a su hermana Vera y comenzó a llorar - ¿que voy hacer ahora sin mi hija? no quiero ni pensar-.
Vera quería animar a su hermana diciendo -Alida va estar bien, ella tiene que salir adelante, su recuperación será completa-.
Gervacio estaba inmóvil no tenía palabras, no podía decir nada y menos Alma, para él no era el momento de intervenir.  
Una de las enfermeras corrió la cortina de la ventana de vidrio en la habitación de Alida, Gervacio se acercó para verla, ella estaba dormida y su cuerpo se había hinchado, sus manos antes delgadas y delicadas, ahora estaban grandes e hinchadas. Él sintió un gran temor por la vida de Alida.   
En el primer piso del Centro Médico, en su consultorio el doctor Benites examinaba el caso, la hinchazón  del cuerpo de Alida era un síntoma nuevo dentro de su gravedad,  nadie lo esperaba.
Aparentemente el virus, podía reaccionar con más fuerza en el organismo de Alida. El doctor estaba preocupado, este caso era un desafío dentro de su carrera. Si en los días venideros Alida no mostraba mejoría, él pediría una junta de médicos para examinar el caso de su paciente. 
Después de hablar con el doctor nada consolaba a Alma, Vera le sugirió ir a la casa por unas horas para  descansar -si tu te enfermas que va pasar con Alida, tienes que estar tranquila y serena para apoyar a tu hija- le decía Vera a su hermana mientras la llevaba al ascensor para dejar por unas horas el Centro Médico. 
Gervacio en silencio, sentado en una de la sillas del corredor recordaba la alegría de Alida cuando viajaban a la selva, sus palabras llenas de emoción porque iba a conocer lugares nuevos e iba estar cerca de naturaleza en un lugar que siempre había deseado conocer. Jamás imaginó que el viaje iba a convertirse en una tragedia. 
Con el paso de los días Alida no mostraba recuperación, la hinchazón persistía y la fiebre también, el doctor Benites pidió una junta de médicos para ver su caso.
En la sala de juntas, los médicos conversaban sobre el estado de la paciente, se examinó todos los pro y los contras, luego subieron al piso para ver de cerca a Alida y tomar una decisión. 
Alma cuando vio a todos los médicos entrar a la habitación de su hija supo que ella estaba grave y que tal vez no había esperanza.
Vera no estaba, no tenía en quien apoyarse, Gervacio llegó y se acercó Alma para lograr sostenerla y que no se desmaye. La ayudó a sentarse para que se tranquilice.                      
-Mi hija esta grave, todos los médicos han entrado a su habitación- comentó entre lágrimas. 
-Por favor trate de calmarse ahora más que nunca hay que tener fuerza- dijo Gervacio para consolar Alma 
Ella ya no discutía con él, solo lloraba y no se sentía bien. 
Dentro de la habitación los doctores examinaban el estado de la paciente, todos llegaron a la misma conclusión:
-debes subir la dosis de la medicina para no darle tiempo al virus que se fortalezca, tienes que debilitarlo- comentó uno de los doctores.
El doctor Benites contestó -hace unos días ya he subido la dosis hasta donde  ella puede tolerar, si vuelvo a subir la dosis puede ser fatal.
-Es un riesgo que debes correr, porque de todas maneras estás en el límite y cualquier decisión, es de vida o muerte.
Los doctores comentaban -no hay otra salida. Además, extrae otra prueba de sangre para mandar a analizarla.
Después todos se retiraron y el doctor Benites habló con la familia. 
-Voy a ordenar se le aplique a la paciente una dosis más alta de antivirus, si esto no da resultado en los días que siguen, entonces tenemos que prepararnos para lo peor, no quiero mentir pero Alida está grave y ustedes lo saben.
Alma se sostuvo en el brazo de Gervacio, tuvo miedo caer, él la ayudó y el médico ordenó le den un calmante. 
-Señora tiene que ser fuerte en estos momentos- dijo el doctor Benites y aparte mandó a la enfermera para extraer de la paciente unas muestras de sangre y enviarlas analizar. 
En la madrugada, del día siguiente Alida lentamente reaccionó por unos instantes,  ella tomó conciencia donde se encontraba sintió el cuerpo pesado y de repente quiso decir algo pero volvió a perder el conocimiento ¿Era tal vez una mala reacción a la dosis alta de la medicina? no se podía saber. 
La espera en la recuperación de Alida, era lo que más angustiaba a Alma y su familia. 
Gervacio iba y venia al Centro Médico, quería estar al tanto de todo y si había progreso en la salud de Alida. La respuesta que recibía era la misma, no había novedades.  
Una noche cuando todos se habían retirado y solo quedaba la enfermera de turno, Alida en la soledad de su habitación despertó de su estado inconsciente, se sentía adormecida y débil, no podía moverse, su cuerpo no la obedecía, recordaba a lo lejos la fiebre alta que la debilitaba. Estaba sola en la oscura habitación solo sentía un pequeño ruido que hacían las máquinas a las que estaba conectada.
Unas lágrimas rodaban por sus mejillas y en el silencio de la noche rogaba al cielo por su vida:
 -Mi Dios todavía no por favor, todavía no es el tiempo de irme, quiero seguir adelante te lo pido- con estás palabras Alida se aferraba a la vida y al deseo desesperado de seguir al lado de su familia.  
No sentía sus brazos, ni sus piernas y en medio de sus ruegos volvió a quedar inconsciente. 
Dos día más tarde, los nuevos resultados del examen de sangre habían llegado. El doctor Benites los analizaba y movía la cabeza con pesimismo, no eran buenas noticias, además en la mañana muy temprano cuando pasaba revisión a Alida, noto que la piel de su cuerpo se había comenzado a poner de  un color rojo encendido, era otro nuevo síntoma de que el virus estaba ganando terreno. 
No tenía otra salida, iba a aplicar una medicina que era nueva en el campo médico, su poder de acción era fuerte y podía crear reacciones adversas en el cuerpo.  En este caso no encontró otro camino, era la vida o la muerte. Primero quería consultar a la familia y dependiendo de su decisión  procedería.    
El doctor reunió a Alma, Vera y Gervacio en su consultorio y explicó con detalle la situación de la paciente y el último recurso que quedaba -es una nueva medicina y es muy potente, puede crear una reacción pero es lo último, si no aplicamos vamos a ver a Alida como se consume lentamente atacada por este virus. Necesito su permiso para proceder, en cualquier caso ella esta en un límite,  su respuesta debe ser ahora-.
Vera miró Alma -hermana que vas a decir a esto, no podemos esperar- Alma sacó fuerza de donde no tenia, su hija estaba sufriendo. 
-Doctor proceda al tratamiento que usted dice y que Dios nos acompañe- dijo Alma con un tono de angustia y desesperación, pero ella ya no quería ver como sufría y se consumía Alida.          
    
El doctor Benites procedió de inmediato al nuevo tratamiento, este sería la última esperanza para Alida, de ahí en adelante no había más camino. 
Esta nueva medicina era el último recurso para combatir al virus que había demostrado tener una gran resistencia. 
Gervacio no podía tomar ninguna decisión con respecto al tratamiento, eso le correspondía a   Alma, pero en su fuero interno estaba de acuerdo. 
Se tenía que intentar lo que sea para salvarla y no verla morir. 
El doctor dio a la familia las últimas advertencias y se procedió con la aplicación de la nueva medicina.
Los días siguientes serían de una desesperada angustia por ver los resultados y el tiempo sería el único testigo de si Alida se recuperaba o no. 
Alma por unos segundos temió por la vida de su hija pero  después se dijo a si misma -ella  va estar bien-.
En otra ocacion más alegre, Gervacio estaría con Alida admirando la bella noche, con una hermosa luna.  Alida sentía fascinación por una noche así pero ahora para él solo era una noche más no había romance y menos la compañía de Alida. 

CONTINUARÁ  
  
  

domingo, 24 de noviembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Gervacio caminó hasta el final del pasillo y se sentó en una de las silla que estaban en fila una al lado de la otra.  Pensaba en Alida y en toda la pesadilla en que se había convertido el viaje. 
Le preocupaba su salud y pedía al cielo que pronto se recupere, él jamás se perdonaría si le sucedía algo fatal. 
Al otro lado del pasillo Alma comentaba con su hermana:
-Vera no sé que voy hacer si algo le sucede Alida.
-Ni siquiera lo pienses, ella va estar bien, solo recuerda eso. Tú eres la primera que no debe rendirse- contestó Vera algo molesta para llamarle  la atención a su hermana. 
No era posible que Alma piense de esa forma, ahora es el momento de mostrar fortaleza y rogar al cielo por la salud de su querida sobrina.
Pasaron dos horas cuando Gervacio se acercó a Vera, con ella de intermediaria era la única con la que podía hablar,  entonces dijo:
-Vera debo ir al laboratorio para entregar mi informe sobre el trabajo de investigación en  la selva, regreso lo más pronto para saber cómo sigue  Alida.
Vera movió la cabeza en señal de aceptación pero Alma ni lo miró, ni contestó, para ella Gervacio era el culpable de todo y por el momento no quería pensar en nada más,  solo era importante Alida y su salud.  
Gervacio bajó por las escaleras de emergencia quería caminar, disipar la mente para pensar con claridad, quería recordar todos los detalles del viaje, tal vez en alguno de los lugares recorridos, Alida pudo enfermar y esa información sería importante para el doctor. 
Salió de Centro Médico a la calle y una brisa fresca golpeó su rostro, aún era invierno y hacia frío, la casaca que traía no lo abrigaba lo suficiente, pero no importaba nada de ello, solo importaba Alida.
En su casa Gervacio ordenaba el trabajo que estaba cuidadosamente clasificado con los apuntes de Alida y las muestras de las plantas. Al abrir uno de los cierres del pequeño maletín, encontró el diario con las notas de Alida. Todo estaba escrito al detalle, los lugares que habían recorrido, que habían comido y por unos segundos le parecía estar en medio de la selva con los nativos, las plantas y los animales. 
Celeste lo interrumpió un momento para preguntar por la salud de Alida, él le explicó a su madre que nada había cambiado desde la noche anterior que fue internada. 
-Estoy segura que Alida se va recuperar y esta situación será solo un mal recuerdo, debemos pensar así para que pronto se recupere- sentenció Celeste para aliviar en algo la preocupación de su hijo.
Con todo el trabajo preparado para ser entregado partió Gervacio hacia el laboratorio, luego pediría unos días de permiso para estar cerca Alida.
En cambio en la clínica el tiempo pasaba lentamente, una de las enfermeras que controlaba la temperatura del cuerpo de Alida se sorprendió al ver que ésta había pasado los cuarenta grados, tenía que informar al doctor para saber que hacer. 
Salió de la habitación de prisa para llamar al doctor, Alma se alarmó al ver la expresión en el rostro de ella.
-Algo le sucede a mi hija Vera, algo grave pasa- comento nerviosa.
-Calma, dejemos que la enfermara haga su trabajo, por favor serénate, aquí estoy para apoyarte en todo- contestó Vera y tomó la mano de
Alma.  
El doctor subió de inmediato al piso  para comprobar el estado de la paciente, su temperatura era excesiva y había que proceder con rapidez, ordenó hielo para rodear el cuerpo de Alida pero antes aplicó una dosis más fuerte de antivirus. 
Lo que sea que había enfermado Alida estaba haciendo estragos en su interior y atacando los órganos blandos. Su cuerpo se defendía pero no era suficiente debían  ayudarla.
El doctor subió la dosis de medicina y esperaba los resultados del examen de sangre, ahí estaba la clave para poder salvar a la joven que yacía inconsciente en la cama.
Una carga de bolsas de hielo entró a la habitación y rodearon el cuerpo de Alida para ayudar a bajar la fiebre. Ella no se movía y sus signos vitales eran débiles. 
El doctor Benites cuando salió al pasillo, habló con Alma y Vera, les dijo lo que había sucedido y que hasta un punto era, la reacción normal de su cuerpo a la enfermedad. 
-No sabemos que es lo que realmente tiene y como atacarlo hasta no tener los resultados de su examen. Ahora solo la estoy controlando para que no empeore. Los resultados van a estar pronto, el el instituto sabe que es una emergencia- terminó de decir estas palabras y se retiró. 
Alma no sabía que hacer, juntó las manos y comenzó a caminar por el pasillo, ahora nada la podía tranquilizar o al menos aliviar, tenía que caminar para no dejarse llevar por los nervios. 
Las dos hermanas habían decidido, no decir nada al resto de la familia por el momento. 
Alma no podía soportar dar explicaciones a todos. Vera observaba a su hermana y pedía al cielo por la pronta recuperación de Alida. 
Pasado el medio día Gervacio regresó al centro medico, Vera y Alma no estaban, ellas habían salido un momento a comer un refrigerio para luego regresar al lado de Alida.
Gervacio preguntó a la enfermara de turno si había algún cambio en la paciente y ella le informó que no: 
-La paciente no muestras mejoría y es muy pronto para decir algo más. Estamos al tanto de su salud pero ella sigue en estado de emergencia- fue todo lo que la enfermera dijo.  
Gervacio caminó hasta la ventana de vidrio de la habitación para ver a Alida, ahora que Alma no estaba. Ella dormía o al menos eso parecía, la expresión de su rostro era tranquila y no parecía sentir dolor.  Se quedó frente al vidrio mirando, hasta que regresaron Alma y Vera, ésta última preguntó si hubo algún cambio en su ausencia, Gervacio contestó que no, luego fue a sentarse al final del pasillo, no deseaba con su presencia poner nerviosa Alma, ella no preguntó nada y solo se sentó en las sillas del pasillo junto a la habitación de su hija.
En el quinto piso del centro medico donde estaba Alida, todo era silencio las demás habitaciones estaban vacías hasta ese momento, Alma y Vera esperaron toda la tarde hasta que la enfermera les pidió que se retiren, para ir a descansar, lo mismo le sugirió a Gervacio 
-Es mejor que vayan a descansar, estar tantas horas solo les ocasiona desgaste. Mañana pueden regresar. Si hay algún cambio en la paciente se les comunicara de inmediato- terminó de decir la enfermera. 
Los tres se retiraron, Gervacio se despidió de Vera y Alma, tomó un taxi y se fue a su casa la espera era peor, si no se sabía nada de la evolución de la enfermedad. Era como caminar en un lugar desconocido y sin brújula.
En la casa de Alma su hermana Vera se despedía, tenía que regresar al lado de su esposo e hijos a los que les había pedido no acercarse todavía al Centro Médico para no causar más preocupación en Alma. 
Los resultados del examen de sangre llegaron al Centro Médico muy temprano en la mañana con el sello de emergencia en el sobre. Fueron directo a las manos del doctor para que los lea.   
En su consultorio del primer piso el doctor Benites analizaba los resultados, era algo que él presentía, un virus tropical, pero lo alarmante era que había invadido todo el cuerpo por los altos grados que mostraba la sangre. Ahora que ya sabía de que se trataba, había que poner a la paciente bajo tratamiento para combatir al virus. 
El doctor subió al piso para examinar Alida y dar la orden de lo que se le debía aplicar, era urgente  hacerlo de una vez, esperar más tiempo podía significar la diferencia entre la vida o la muerte. 
Mientras la examinaba no le gustaba como se encontraba, su temperatura seguía alta y su piel estaba completamente pálida.      
                   
Media hora más tarde el doctor salió al pasillo para conversar con Alma que lo estaba esperando:
-Su hija ha sido contagiada por un virus tropical,  no es contagioso de persona a persona, esto se transmite por la picadura de un insecto que momentos antes pudo haber  picado a algún animal y con tan mala suerte después a su hija, de esta manera el virus se ha introducido en su sangre causando su terrible estado. Vamos aplicar el tratamiento para combatir al virus, ahora que ya sabemos lo que tiene. Calma y  tener esperanzas de que se va a recuperar.
Alma preguntó al doctor si ahora podía entrar a la habitación, él contestó categórico: 
-¡No! ella debe seguir en aislamiento es mejor así, traer la contaminación de la ciudad a la habitación con las visitas no sería bueno para ella que esta con las defensas bajas. ¡no!- volvió a repetir y se despidió.  
Alma sintió una gran desolación de nuevo tendría que ver a su hija a través del vidrio, sin poder hablarle y menos tocar sus manos. No podía contener las lagrimas, su hija, su querida hija, pensaba en ella.  
Una hora más tarde llegó Gervacio y se enteró del estado de Alida por la enfermera, él se sintió preocupado pero nada podía hacer. 
a la hora que vino la tía Vera también se enteró de lo sucedido, Alma le contó al respecto y le dijo que ya estaba bajo tratamiento. Al menos podían respirar un poco tranquilos, ahora que se sabia lo que tenía Alida. 
Los días pasaban lentamente para Alma, Vera y Gervacio pero al quinto día del tratamiento una alarma general en el quinto piso. El estado de Alida no mejoraba y en cambio empeoro, su cuerpo comenzó a hincharse, el desconcierto era general, el doctor Benites estaba sorprendido, al parecer el virus era de una sepa muy fuerte que podía resistir a las medicinas de antivirus.  Ahora todos estaban en alerta, no sabían que podía suceder en los día siguientes. 

CONTINUARÁ               
           


domingo, 17 de noviembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Con la partida de Gervacio, Alma se quedó sola en la clínica, ella estaba sentada en uno de los sillones del corredor, las lágrimas bañaban su rostro. 
Se preguntaba ¿qué iba a pasar ahora con su hija? ella no quería imaginar por ninguna circunstancia alguna tragedia.
Se puso de pie y a través de la ventana de vidrio que la separaba de Alida la miraba y no podía dejar de llorar  -mi hija, mi hija- repetía varias veces. 
La enfermera que estaba de turno se acercó a ella para decirle:
 -Señora es mejor que vaya a descansar un rato, el cuadro de su hija no va a cambiar por el momento y usted no puede entrar a la habitación, es mejor que regrese a su casa y más tarde podrá hablar con el doctor que se hará cargo de la paciente, él viene al centro médico a las 7 a.m. 
Alma de primera intención no quería escuchar ni hacer caso a la enfermera pero segundos después se dio cuenta que era razonable lo que ella decía.  
Se despidió de Alida en voz baja a través del vidrio diciendo -ya regreso mi querida hija- y se fue caminando lentamente por el corredor, dio un giro y dijo a la enfermera  -voy a regresar muy rápido, necesito hablar con el doctor ¿cuál es su nombre?.
-Su nombre es Roberto Benites es el especialista que se va encargar del caso de su hija, confié en él, es un excelente doctor- contestó la enfermera y acompaño a Alma hasta el ascensor. 
Alma bajo en el ascensor hasta el sótano donde estaba su carro, abrió la puerta, se sentó  frente al volante y lloró desconsoladamente rogando al cielo por Alida, ella era toda su vida. 
Segundos después encendió el motor y se marchó. En el camino no quería pensar en fatalidades, Alida saldría adelante se dijo en voz alta para darse valor. 
Gervacio había salido antes que Alma del centro médico,  llegó a su casa en media hora, la noche para él era más oscura, solo encontraba tinieblas.   
Su madre Celeste escuchó que la puerta de calle se abría, salió al corredor y vio a su hijo. 
-Gervacio recién llegas te veo tan cansado, el viaje debió de ser complicado- terminó de decir.
-Madre el viaje ha sido terrible, Alida en este momento está en el centro médico, ella se encuentra  grave, al punto que la han puesto en cuarentena. Ahora no te puede explicar con detalle,  quiero bañarme, cambiarme y regresar al centro médico. Alma está desesperada y me culpa a mí de todo y yo realmente me siento culpable de haberla llevado. 
-Hijo si quieres, yo puedo hablar con Alma, tu sabes que nos conocemos de toda la vida, somos vecinos de siempre, Alida para mí es una linda joven. Además no te puede culpar de algo de lo que no tienes culpa.  
-¡No! madre no intervengas, una sola chispa y se enciende la pradera, Alma en estas circunstancias no escucharía tus palabras y sería peor- luego guardó silencio unos segundos y   preguntó a su madre si podía prepararle un emparedado de lo que sea, recién se acordaba que no había comido nada,  en todo el día.
Con las mochilas en la mano salió al patio, las puso en una esquina y con un insecticida casero las roció por completo, quería tomar sus precauciones para asegurarse que no transporta ningún bicho extraño.  
Celeste observó a su hijo desde la ventana y luego fue a la cocina para preparar algo de comer, ella estaba triste de verlo en esas penosas circunstancias.  
Gervacio, fue a su habitación para alistarse, quería regresar pronto a la centro médico. 
A solas en su dormitorio  se sentó en la cama y recién pudo llorar por Alida, él se hacia el fuerte pero en su interior estaba devastado, amaba a Alida y ese era su único pensamiento. Se cubrió el rostro con las manos y lloró en silencio, después de unos minutos se puso de pie para bañarse y alistarse, debía regresar pronto a su lado. 
Ya en la cocina sentado en la mesa con su madre, ésta le preguntó porque había rociado las mochilas con insecticida. 
-Es para asegurarme de que estén libres de algún insecto no las toques hasta que yo regrese... por favor- contestó y comía con rapidez para saciar su hambre. El emparedado con el vaso de leche tibia lleno su estómago vacío por el momento.
-Gracias madre por todo, cuando sepa más sobre el estado de salud de Alida yo te voy a informar, ahora es mejor que me vaya, dentro de poco va amanecer.     
Se despidió y salió para el centro médico,   
quería hablar con el doctor aunque sabía que Alma estaría ahí, ella no podía dar los detalles que el médico necesitaba.    
Siete de la mañana, la luz de un nuevo día alumbraba. Gervacio y Alma esperaban al doctor Benites para conversar con él. 
Ella no estaba tranquila, sentía que la presencia de Gervacio la incomodaba, no quería ni verlo ni escucharlo.  
Solo pasaron unos minutos de tardanza y el doctor apareció caminando por el corredor. 
Una enfermera a su lado lo ponía al tanto de la historia de la paciente y el tratamiento que se le daba hasta el momento. 
El doctor se presentó ante Alma y Gervacio para decirles -después de examinar a la paciente voy a hablar con ustedes, ahora deben esperar.
Protegido con mascarilla, guantes y bata entró a la habitación de Alida, junto con la enfermera, la paciente se encontraba dormida o el menos eso parecía.
El doctor la examinó  y dio algunas ordenes a la enfermara; mientras en el corredor esperaban Alma y Gervacio, ella se hacia mil preguntas y él estaba sereno para después conversar con el doctor. 
No tenían información  y el doctor demoraba en salir. En ese instante apareció la tía Vera hermana de Alma,  ella la había llamado para que sepa que sucedía  con su sobrina Alida. 
La tía Vera se caracterizaba por ser una persona serena, en los momentos más difíciles ella mostraba un gran temple, ahora necesitaba de todas sus fuerzas para apoyar a su hermana en estos instantes tan difícil, además Vera quería mucho Alida.
Gervacio al verla sintió que iba reclamarle por Alida pero no, Vera saludó a su hermana, la abrazó para apoyarla le dijo -calma, debemos tener calma, ella es fuerte saldrá de esto, ya lo veras.
Después saludó a Gervacio y no quiso preguntarle los detalles de lo sucedido, pensó hablar con él más tarde, ahora no era el mejor momento para entrar en detalles, eso solo pondría a  su hermana más nerviosa.
El tiempo pasaba y el doctor no salia de la habitación, hasta que de pronto se abrió la puerta salió la enfermera y detrás de ella salió el doctor Benites para explicar la situación de la paciente.
-Ustedes son los familiares no es cierto- todos asentaron con la cabeza, luego el doctor agregó.  
-la paciente se encuentra en estado muy delicado, ella en este momento está estable pero su salud es de cuidado.  Por lo que he leído en su historia viajó a la selva y estuvo un mes, ademas está vacunada contra la fiebre amarilla. Hasta el momento no puedo decirles que es lo que tiene exactamente debemos hacer análisis de sangre, ya he ordenado. Vamos a darle un tratamiento para mantenerla estable o al menos lo mejor posible. Después de los resultados del análisis sabremos a que nos estamos enfrentando. 
Alma -preguntó al doctor con voz angustiada -mi hija va estar bien, por favor diga la verdad.
-Calma señora, aquí debemos tener calma para enfrentar la enfermedad, vamos hacer lo imposible para sacarla del cuadro de peligro, ahora no puedo decir más.
El doctor Benites se retiró para conversar con Gervacio aparte, sabía que él había estado al lado de Alida. No quería que la madre escuche la conversación, él se dio cuenta que estaba muy nerviosa por la salud de su hija.
El doctor interrogó a Gervacio al detalle, éste le informó todo lo que pasaron, donde habían estado, lo que comían y lo que bebían, aquí el doctor preguntó -¿el agua de donde la tomaban?.
-Era de un pozo natural, el agua era cristalina, pero igual se filtraba y después se hervía para recién ser consumida. En ello teníamos mucho cuidado- contestó Gervacio preocupado.
-Yo me inclino a pensar que puede ser un virus tropical pero no puedo asegurarlo hasta tener los resultados. Ahora solo tenemos que esperar. Mientras tanto ella ya está recibiendo un tratamiento, no quiero adelantarme a ninguna posibilidad negativa pero lo que más me preocupa es la fiebre alta que la consume, esto es la respuesta de su cuerpo que está luchando contra la enfermedad- contestó el doctor muy serio y se despidió.
La enfermera entró de nuevo a la habitación para extraer del cuerpo de Alida tres pequeños tubos de sangre que viajarían con urgencia al Instituto de Enfermedades Tropicales, donde serían analizadas las muestras de sangre, ellos eran los especialistas. 
Cuando Gervacio regresó, Alma le dijo a su hermana -dile que se vaya, no lo quiero ver  ni escuchar, él es el culpable de todo lo que sucede con mi hija.
Vera contestó -Alma no puedes hablar así, comprendo tu dolor pero él también está esta sufriendo.
-No me interesa, solo quiero que se vaya por favor- contestó Alma desesperada.
Vera se acercó a Gervacio, él había alcanzado  a escuchar lo que dijo Alma y comentó -Vera no me voy a ir porque Alma dice, estaré al final del pasillo, esa es mi respuesta.
La tía Vera sentía que estaba entre dos corrientes, ella debía mantener el equilibrio para evitar que choquen y Alma no diga más de lo necesario aunque comprendía su dolor porque su hija estaba en peligro. 

CONTINUARÁ  
              
            


domingo, 10 de noviembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Alida y Gervacio ya instalados dentro del avión se preparaban para el vuelo, ella tranquila y serena trataba de descansar para no preocupar más a Gervacio, él estaba en todo momento pendiente de ella. 
El avión se elevó e inicio el viaje, muy pronto estarían en la capital. Alida debía ser atendida de inmediato, la fiebre continuaba y  su cuerpo casi hervía. Ella estaba apoyada sobre el hombro de Gervacio y se quedó dormida. 
El tiempo de vuelo para él, duraba una eternidad, quería llegar pronto a Lima. El viaje solo era hora y veinte minutos que pasaban lentamente. 
El cielo de la noche parecía más oscuro desde  el avión,  el tiempo de vuelo se había cumplido cuando escuchó que el piloto desde la cabina anunciaba a los pasajeros que en breves instantes estarían aterrizando en la capital -por favor abrocharse el cinturón de seguridad- terminó de decir.
Gervacio se sintió aliviado al escuchar al piloto, despertó con cuidado a Alida diciendo  -ya estamos en Lima ahora debemos hacer lo mismo para salir del aeropuerto. Tú apóyate en mi brazo y trata de ser fuerte porque directo nos vamos al centro médico para que te atiendan pronto, es una emergencia. 
Alida se apoyó en el brazo de Gervacio y caminó a su lado, él cargaba las mochilas y trató de salir pronto del aeropuerto, luego tomó un taxi y dijo al chófer  -vamos al Centro medico  del Pilar-  para ese momento ya eran las 11 de la noche. El taxi cruzó la ciudad, no había tráfico y llegó veloz al centro de salud, estacionó frente a la puerta de emergencia, bajaron Alida y Gervacio, él pidió una silla de ruedas para ir  a las camillas de emergencia y ser atendida. 
Alida antes de sentarse se desmayó en los brazos de Gervacio, éste la alzó para llevarla a una camilla. Las enfermeras al ver la situación se acercaron para auxiliarla.
El médico de turno en emergencia fue llamado para examinar a la paciente. El doctor se aproximó a la camilla y se dio cuenta que la temperatura en el cuerpo de la paciente era muy alta, ordenó una inyección para bajar la fiebre, de no funcionar esto, tendrían que sumergirla en una tina con hielo. Alida casi no reaccionaba, su respiración era lenta pero el ritmo cardíaco era  normal, al menos por ese lado había cierta tranquilidad, aunque esto podía cambiar en cualquier momento dependiendo de su estado de salud.
El doctor después de examinarla tomó nota y abrió una historia clínica. Dejó Alida con una enfermera y salió  para hablar con Gervacio, necesitaba más información ya que Alida no podía hablar. La fiebre alta que la dejaba inconsciente. 
Preguntó a Gervacio que había pasado y éste le contó al detalle todo lo sucedido y donde estuvieron el último mes. 
-En la selva-  comentó el doctor y preguntó -¿están vacunados contra la fiebre amarilla?.
-Si doctor estamos vacunados, lo hicimos antes de viajar.
-Entonces vamos a internarla, pero debe estar aislada hasta no saber que es lo que tiene, por lo que me dices puedo deducir que es un virus tropical pero estaremos seguros después de los exámenes de sangre. También puede ser una reacción tardía a la vacuna de la fiebre amarilla, esto es raro pero algunas veces puede suceder.  
Ordenó que Alida sea internada en aislamiento en el centro médico, ella debía estar en cuarentena. 
 Una última pregunta dijo el doctor  -en algún momento a convulsionado por la fiebre.    
-No doctor, no ha convulsionado pero si se quedaba dormida a cada instante y algunos momentos perdía el conocimiento- contestó Gervacio.
-Ella esta muy deshidratada, ahora que se interne vamos a estabilizarla.
Desde este momento tiene que ser atendida por otro doctor que es especialista en enfermedades tropicales, él sabe como debe ser su tratamiento- contestó el doctor y a la vez tomaba nota en la historia clínica   
Luego Alida fue conducida a una habitación tenia que estar en aislamiento, solo se le podía ver a través de un vidrio, Gervacio se quedó tranquilo cuando la vio en su cama con un batín del centro médico, con suero y atendida por el doctor y las enfermeras. 
Su ropa fue entregada a Gervacio dentro de una bolsa sellada era mejor tomar todas las precauciones. El doctor y las enfermeras la atenderían con guantes mascarilla y bata desechable, no sabían si podía ser contagioso.     
A través del vidrio de la habitación, Gervacio observaba preocupado y tenso, Alida seguía en peligro pero estaba seguro que iba a superar su cuadro de gravedad.   
Suspiró profundamente, miró su reloj era más de media noche, tenía duda si llamar a esa hora a la madre de Alida pero era mejor hacerlo porque si algo más  grave pasaba, Alma no se lo perdonaría. 
Buscó un teléfono en la clínica y marcó el número de Alma. Ella dormía y el sonido del teléfono la despertó, sintió un breve escalofrío -¿quién podía ser a estas horas de la noche?- se preguntó, levantó el teléfono y contestó  -buenas noches- cuando escuchó la voz de Gervacio presintió que algo andaba mal, ¡algo había pasado con Alida!.
-Gervacio ¿qué pasa, donde está Alida? dime la verdad- decía estas palabras tan rápido que no dejaba hablar a Gervacio, éste la interrumpió para poder hablar.
-Alida está internada en el Centro Médico del Pilar, ella se encuentra mal pero el doctor la está atendiendo y seguro que luego se pondrá bien- dijo esto con la voz tranquila para no alterar más Alma.
Pero ella no se quedó tranquila y contesto -yo lo sabía...¡si!... algo iba a pasar y tú poniendo ideas en su cabeza. Voy en este momento al centro médico-  terminó de decir estas palabras y colgó el teléfono. 
Desesperada por su hija se cambio de ropa y salió con lo que tenía puesto, en su mente volaban mil ideas, mil tragedias... ¡su hija!... invocaba a Dios por ella una y  se estrujaba las manos por los nervios.  
Gervacio volvió al corredor donde estaba la habitación de Alida, nada más le preocupaba en ese instante, él iba a dejar que Alma le diga lo que quiera, no se molestaría, es más comprendía su dolor como madre porque al final nadie sabía que podía pasar con Alida. 
No tuvo que esperar mucho tiempo cuando vio aparecer en el corredor del centro medico Alma, en su rostro se dibujaba el dolor y la angustia, había salido tan rápido de su casa que traía puestas sus pantuflas.    -Gervacio ¿donde esta mi hija?- fue lo primero que preguntó, él se puso de pie y señaló la ventana de vidrio de la habitación donde estaba Alida, Alma la vio por la ventana  y trató de entrar pero una enfermera se lo impidió, ella desde adentro puso seguro a la puerta para evitar su ingreso. 
La enfermera estaba terminando de preparar Alida para que descanse, luego de unos minutos salió después de asegurarse que todo estaba conectado al cuerpo de Alida, el suero, la máquina del control cardíaco y demás.
Al salir muy seria comentó -está prohibido el ingreso a está habitación el doctor le explicará más tarde- luego se fue caminando por el corredor.
Alma miró a Gervacio y le increpó -explícame que ha pasado con Alida por que está en ese estado.            
Gervacio le pidió que se calma para poder hablar.
-¡Qué me calme dices! habla de una vez que sucede con Alida- dijo esto a punto de perder el control por la desesperación   
Gervacio no le quedó más remedio que contar a Alma paso a paso lo que había sucedido, no le quería mentir, es más no debía mentirle para salvar su responsabilidad. 
Si bien era cierto él no tenía la culpa de aquello pero se sentía culpable de haberla llevado a la selva. 
Nada de esto se imaginó cuando estaban felices descubriendo las maravillas del lugar, los paisajes y los animales que tanto gustaron Alida.
Alma por la angustia de ver a su hija en ese estado,  levantó la mano para golpear a Gervacio pero se contuvo no era propio de ella actuar así. 
Retrocedió lentamente, se sentó en una de las sillas del corredor  y su rostro estaba bañado en lágrimas, ella repetía -mi hija, mi hija- la tristeza y el dolor la embargaban qué podía hacer ahora y lo grave era pensar  qué podía  suceder después.
Una de las enfermeras que venia a la habitación de Alida vio las mochilas de viaje y dijo a Gervacio -Si esas mochilas son del viaje, debe llevárselas en este momento junto con la ropa que hemos cambiado a la paciente, es necesario hacerlo ya. 
Gervacio tenia que obedecer y antes de retirarse comentó -Alma voy a llevar las mochilas a mi casa, me baño, me cambio de ropa y regreso en menos de una hora- Alma no quiso escucharlo y no contestó.
Luego dijo a la enfermera si podía traer flores para Alida, ella contestó muy seria -está prohibido traer flores a la paciente, señor Gervacio,  ella esta en cuarentena, sabe lo que es eso ¡verdad!. 
Gervacio cargó las mochilas y bajó desde el quinto piso donde estaba la habitación. -Alida, Dios mio en cuarentena que no suceda nada malo por favor- decía estas palabras con tristeza mientras caminaba a la puerta de salida,  él no quería perder Alida.

CONTINUARÁ    
   
             
  


domingo, 3 de noviembre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

El silencio de la noche se hizo total cuando Alida se desmayó. El grupo de científicos no sabía que decir mientras Gervacio la llevaba a su cabaña.  
Alida recostada en su litera no recobrara el conocimiento, Claire le tocó las manos y luego la frente y  dijo a Gervacio -tiene fiebre su frente está que quema. 
Trevor se había acercado a la cabaña para saber que sucedía y alcanzó a escuchar a Claire, entonces agregó: 
-No te preocupes Gervacio voy a traer del botiquín de primeros auxilios algo para la fiebre. 
A toda prisa fue a la cabaña principal y sacó del botiquín un termómetro para tomar la temperatura y pastillas para la fiebre. Regresó a la cabaña y dijo  -primero es mejor medir su temperatura y luego le damos la pastilla. 
Claire fue la encargada de poner bajo el brazo de Alida el termómetro, después de unos minutos lo retiró y vio con alarma que su temperatura era de 40 grados:
-Su fiebre es muy alta Gervacio, tiene 40 grados por eso se desmayó, mira el termómetro-  y se lo entregó en las manos. 
Gervacio movía la cabeza por la preocupación  -¿qué hacemos- preguntó alarmado.
-Debemos darle las pastillas para bajarle la fiebre- comentó Trevor y le alcanzó a Claire la pastilla, luego dijo: -Gervacio trae un vaso con agua, de alguna manera debemos hacer que despierte para que tome la pastilla.
Gervacio corrió para traer el agua cuando los demás lo vieron preguntaron -¿qué sucede con Alida? Gervacio estaba tan preocupado que solo tomó el vaso de agua y lo llevó a la cabaña. Los científicos franceses y Jim se alarmaron y fueron detrás de Gervacio para saber que pasaba. 
En la cabaña Claire dio pequeñas palmadas en el rostro de Alida para despertarla, ella apenas podía reaccionar y Claire dijo:
 -Alida debes tomar está pastilla tienes fiebre muy alta- y levantó un poco su cabeza para ayudarla a tomar la pastilla con el agua. 
Alida logró pasar la pastilla y alcanzó a decir -Gervacio lo siento no sé porque tengo esta  fiebre, en los últimos días me he sentido tan cansada. 
-No te preocupes ahora y procura descansar, la pastilla te va ayudar a bajar la fiebre- terminó de decir esto y Alida se quedó de nuevo dormida. 
Gervacio tocó su frente y hervía por la temperatura. Trevor intervino -si mañana amanece con esta fiebre debes llevar a la ciudad para que la examine un doctor, esto nos dice que algo está pasando y no es bueno perder tiempo para que sea atendida. Debes aprovechar que tenemos en el campamento botes nuevos y con motores potentes para que puedas viajar rápido a la ciudad.  
-Tiene razón Trevor, ella debe ser atendida cuanto antes- acabo de decir Claire y después agregó -es mejor que ustedes se retiren de la cabaña, yo me quedo con Alida, si hay algún cambio les aviso. 
Trevor y Gervacio salieron de la cabaña, afuera esperaban los demás que alarmados preguntaron ¿qué pasaba?  fue Trevor el que habló y les explicó el caso de Alida.
-Compañeros por favor vayamos al comedor para terminar de preparar la cena, estoy seguro que mañana Alida va estar bien y esto solo habrá sido un susto- terminó de aclarar. 
Gervacio apenas conversó durante la cena, pensaba en Alida y que es lo que podía tener. Todos se dieron cuenta de su preocupación y la daban palabras de aliento. Él les agradeció, terminó pronto de cenar lavó su plato y cubiertos, se disculpó y fue a la cabaña para ver como seguía Alida.
Cuando entró la vio que estaba despierta y conversaba con Claire decía -tengo un terrible dolor de cabeza, apenas puedo pensar.
Gervacio se acercó a ella y vio qué por el efecto de la pastilla sudaba en exceso, su frente estaba bañada en sudor y con un pañuelo él, la secó.  
-No te preocupes Gervacio es mejor dejar que descanse, más tarde voy ayudarla a cambiarse de ropa para dormir y estaré  a su lado,                     
si hay algún cambio, de inmediato te llamo, ve a descansar.
Gervacio quería quedarse al lado de Alida pero terminó por hacer caso a Claire, por el momento no era necesario quedarse y además necesitaba estar bien despierto si se ofrecía una emergencia a media noche o tenía que llevarla muy temprano a la ciudad.
Media hora más tarde Claire salio de la cabaña para cenar algo y volver con Alida, Jim su esposo preguntó: 
-¿Cómo sigue Alida? ella contestó:
-Ahora está dormida pero su fiebre es alta y no reacciona con rapidez, espero no sea nada grave- luego cenó y terminó por decir -Me voy al lado de Alida, ella debe cambiarse de ropa el exceso de sudor, a mojado todo lo que lleva puesto.
Claire en la cabaña ayudó Alida a cambiarse de ropa, tocó su frente y aun seguida caliente,  tenía la esperanza que baje la temperatura y que amanezca mejor, aunque viéndola en ese estado, sus dudas crecían. Se acostó en su litera cerca de Alida por si ella necesitaba algo, la agitación en el campamento la había cansado y pronto se quedó dormida.
Pasada las tres de la mañana escuchó que Alida se quejaba, se acercó a ella tocó su frente y ésta hervía por la temperatura. Claire pensó, era urgente llevarla a la ciudad ni bien salga el sol, la fiebre era un mal indicador. 
Gervacio antes del amanecer tocó la puerta de la cabaña para saber cómo estaba Alida y Claire le comentó  -Gervacio es mejor llevarla cuanto antes a la ciudad, ella debe ser atendida de emergencia su temperatura ahora está igual que la de anoche. 
Entró para ver Alida tocó su frente y era cierto, Claire tenía razón era mejor no perder tiempo. Alistó la mochila de Alida, guardó todas sus pertenencias y pidió a Claire la ayude a cambiarse, él iba arreglar todo lo concerniente al viaje en bote para partir en menos de una hora. Primero hablaría con Trevor para arreglar lo del viaje y después preparar Alida para subirla al bote. 
Mientras Claire ayudaba Alida le dio una pastilla más para le fiebre, era mejor para mantener la temperatura baja y que se sienta mejor.  
Alida comentó a Claire -apenas tengo fuerzas para cambiarme gracias por tu ayuda. La cabeza parece que me va a estallar. No se qué me pasa, esta situación  para mí es tan vergonzosa. 
-No Alida, no debes hablar así, estoy segura que tú en mi lugar harías lo mismo, ahora debes guardar fuerzas porque te espera un largo viaje a la ciudad- y la ayudó a sentarse mientras esperaban a Gervacio.
Gervacio y Trevor llegaron hasta la cabaña y ayudaron Alida a caminar hasta al bote Claire iba atrás de ellos con las mochilas y la pequeña cartera de Alida, antes de subir ésta se despidió de Claire y le agradeció de nuevo, luego hizo lo mismo con Trevor -Gracias por todo, estas semanas fueron una experiencia única para mí. 
Trevor tomó la mano de Alida y como todo un caballero la beso y dijo -vas a estar pronto muy bien, estoy seguro de ello. 
Gervacio también agradeció la ayuda de Trevor y Claire, pidió los despidan de todos en el campamento, él no sabía si iban a regresar. 
Gervacio ayudó Alida a ponerse al chaleco salvavidas, él hizo lo mismo y subieron al bote que era nuevo y moderno seria manejado por un buen navegante que había venido con los científicos cuando recién llegaron al campamento, no tenían porque preocuparse solo partir cuanto antes. 
Después de una hora de navegar por el gran río, Alida comentó a Gervacio -la fiebre alta esta haciendo que vea alucinaciones, en la orilla del frente veo un jaguar.
Gervacio interrumpió -no es una alucinación, es real, el jaguar se ha acercado a la orilla del río a beber agua.
-¡Oh! es un bello y magnifico animal- susurro apenas Alida y volvió a decir:
-Gervacio lamento que me suceda esto no quería interrumpir tu trabajo sé que para ti es importante.
-Alida no te preocupes tengo todo el material que necesito, hemos trabajado bastante todas estas semanas. Al contrario debiste avisar ni bien te sentías mal.  
Los dos quedaron en silencio mientras observaban el paisaje, más adelante en el viaje, desde una de las ramas de un árbol una banda de guacamayos con sus plumas coloridas parecían despedirlos, emitiendo grandes chillidos y volaban cientos de aves entre los árboles.
El resto del viaje paso sin grandes problemas, el bote navegaba a velocidad pero con cuidado las corrientes del río eran muy fuertes.  Después de la travesía unas horas más tarde llegaron por fin a la ciudad de Tarapoto.   Gervacio desembarcó con Alida,  pagó al navegante y dijo -Alida apóyate en mi brazo para tomar un taxi que nos lleve a un hotel para que descanses en una de las habitaciones. Durante el viaje había decidido llevarla de frente y la más rápido a la capital.             
Dejó instalada Alida en el hotel -no te preocupes voy  al aeropuerto para comprar pasajes, estoy de regreso en menos de media hora, es mejor seguir el viaje a Lima- remarcó esto último y salió de la habitación, en su mente rogaba encontrar dos pasajes para el último vuelo de la noche. 
Gervacio llegó al aeropuerto y la suerte lo acompañaba, logró encontrar dos pasajes para las 8.30 de la noche, faltaban dos horas para embarcarse, tenía tiempo de regresar por Alida y luego partir con destino a Lima. 
De regreso al hotel había comprado dos botellas de agua y dos sándwiches, con todo el ajetreo había olvidado que no tenía nada en el estómago, no sabía si Alida quería comer pero igual compró para ella y el agua que debía tomar para hidratarse. 
A la hora indicada, Gervacio y Alida dejaron el hotel y en un taxi llegaron al aeropuerto, él le pidió que trate de tener fuerza para caminar, que se apoye en su brazo, nadie debía darse cuenta que ella no estaba bien porque era posible que le impidan viajar. 
Alida tomó el brazo de Gervacio y camino a su lado tranquila aunque apenas tenía fuerzas, pasaron el chequeo de los pasajes y entraron al avión. En una hora y veinte minutos estarían en Lima y de inmediato desde el aeropuerto Gervacio pensaba llevarla a una clínica donde sería atendida de emergencia. Después tendría que llamar Alma madre de Alida para que sepa donde estaba su hija, eran dos días que Alida no se había comunicado con su madre. Para Gervacio hablar con Alma sería una situación difícil. Él casi podía presentir su reacción. 

CONTINUARÁ   
  

domingo, 27 de octubre de 2019

ALIDA Y GERVACIO

Los nuevos visitantes disfrutaban otro nuevo día en medio del corazón de la selva. Un amanecer lleno de colores en un cielo que estaba despejado de nubes. A esa hora el sol calentaba suavemente. 
Todos se preparaban para una nueva jornada de trabajo e investigación. 
 El desayuno era la prioridad en ese momento, con el estómago lleno se podía trabajar mejor y más aun cuando ninguno de ellos sabía con exactitud a que hora estarían de regreso al campamento. 
Después de tomar el desayuno, se organizaron y se dividieron en grupos, los científicos franceses irían con Sergio y los ingleses irían con Alida, Gervacio y Tino que ahora sería su guía. 
Trevor esta vez se quedaba en el campamento para ordenar las notas de su trabajo, tenía toda la mañana para ocuparse de ello. Los grupos se separaron y cada uno tomó un camino. 
Todo era nuevo para los recién llegados, no terminaban de asombrarse. Saber que en el lugar donde se encontraban existían mas de 300 especies de reptiles aparte de un registro de entre 40 y 50 mil variedades de plantas de las que solo la mitad de ellas aparecían en los libros. 
Gervacio señalaba a Jim los árboles gigantes y este a su vez le comentaba que estos son el lugar ideal para que todo tipo de insecto construya su hogar  -la interferencia del hombre en el delicado equilibrio y procesos ambientales que aseguran un sostenido ritmo en la vida en planeta es  hoy un gran dilema y preocupación-  sostenía Jim y puntualizó -aún estamos a tiempo de lograr salvar nuestro mundo y estás palabras no son exageración.
Luego guardaron silencio y cada uno se dedicó a la suyo, Gervacio examinaba cada raíz que encontraba y Alida tomaba nota de sus dictados. En el lugar había tanta variedad de plantas que tomaría toda una vida estudiarlas y clasificarlas.
-Lo ideal sería que la mitad o más de la mitad del planeta este lleno de vegetación pero esto puede ser un sueño, el hombre a tomado mucho espacio en el planeta- decía Gervacio. 
Jim escuchó el comentario de Gervacio y contestó -aquí en la selva amazónica existen muchas regiones que están protegidas y se han convertido en grandes parques que son vitales para la conservación natural y equilibrio ecológico de la región y del mundo  
Mientras hacían estos comentario Jim y Claire guardaban en pequeños frascos insectos para luego ser  analizados, su propósito era clasificar la mayor variedad de especies, ellos más tarde querían  publicar un libro sobre sus investigaciones de la vida de los insectos y su importancia dentro de la naturaleza. 
Claire señaló -si acaso hubiera una guerra nuclear, tal vez los únicos en sobrevivir a esto, serían los insectos y nada más. 
Por otra lado el grupo de franceses que se habían ido con Sergio por un camino diferente, se detenían en cada tramo, para ellos era una magnífica oportunidad de realizar sus trabajos, esta región pensaban, era el sueño de un investigador científico. 
Pierre que era especialista en aves decía a sus compañeros -ningún lugar en el mundo tiene la cantidad de aves que existen en la amazonia, en tiempos recientes se ha podido descubrir una nueva especie. Aquí se podría desarrollar el ecoturismo y la observación de raras especies de aves. 
Cientos o miles de ellas anidaban en lo alto de los árboles para proteger sus nidos de los depredadores. Pájaros de todos los tamaños y colores volaban sobre ellos al darse cuenta de su presencia, espantados tal vez porque la tranquilidad de su bosque se veía alterada por extrañas criaturas.      
La mañana transcurría y cada uno se dedicaba a sus tareas, cada uno pensaba que se necesitaba traer a más científicos, el terreno era inmenso y la ciencia debía tomar nota de todo esto. 
La mañana y parte de la tarde fue ocupada por largos recorridos de los grupos. Cuando llegó la noche, todos ellos estaban de regreso en el campamento. Cansados y hambrientos pero satisfechos porque el día lo habían aprovechado muy bien. 
Como ya se habían hecho costumbre; se     
preparaba la cena con los víveres que habían y la noche transcurría en entretenidas conversaciones sobre sus impresiones y adelantos de su investigación. Cada uno tenía algo que decir, alguna anécdota que contar, era una satisfacción estar en la zona y tener la libertad de analizar todo lo que los rodeaba. 
Trevor escuchaba a los colegas lo encantados que estaban de tener la oportunidad de vivir esta experiencia. Este campamento hace la diferencia para realizar toda clase de estudios. 
Gervacio como botánico también comentó - solo aquí en esta región existen más de 1000 plantas medicinales que son usadas por el hombre nativo para sus problemas de salud, ellos no tienen la facilidad de una atención hospitalaria y acceso a los fármacos. Con estas plantas tratan sus dolencias. El hombre nativo ha sabido comprender el desarrollo natural de la naturaleza y se ha adaptado a ella sin intentar dominarla o destruir. Ellos saben que sus vidas dependen de ella, por eso han desarrollado un sistema de agricultura que no crea desequilibrio- puntualizó al final. 
-Gracias a este forma de vida de los nativos, ahora podemos conocer la selva como era hace millones de años y así se debe conservar- decía Maurice sorprendido por este mundo tropical.
Para los científicos extranjeros todo el entorno era nuevo, hace mucho tiempo, ellos querían viajar  a este continente. La amazonia les ofrecía un mundo casi infinito para la investigación y la respuestas a tantos ¿por qués?.
Y así el paso de los días transcurriría entre arduo trabajo y algunas horas de calor que era casi insoportable pero nadie se quejaba, todo parecía ser natural y ellos no querían desperdiciar su tiempo de trabajo. 
Pero había momentos que era necesario descansar y dedicarse a las tareas sencillas como lavar algunas prendas de vestir o la limpieza en el campamento de la que nadie se salvaba.
Una mañana todos se organizaron para salir de pesca, está pesca era especial porque se trataba de un pez considerado el rey de los ríos, y el más grande pez del mundo, este... ¡era el paiche!    
Con los nativos expertos en la caza de este pez, salieron en los botes nuevos del campamento. La experiencia de los hombres de río en la pesca dio su recompensa después de navegar cerca de tres horas para encontrar uno de estos peces. 
Su habilidad para atraparlo y subirlo al bote fue importante en el éxito de la pesca, solo se tenía que tener cuidado que la presa no escape porque tiene una fuerza extraordinaria. Una vez en el bote el gigante media dos metros con sesenta y seis centímetros. Era un ejemplar colosal de puro poder y belleza. 
Los científicos que lo observaban no salían de su asombro, cazarlo fue un esfuerzo supremo pero las características de este coloso se remontan a millones de años donde a sabido adaptarse a los ríos de la selva, se alimenta de otros peces pequeños, muchos ejemplares llegan a medir hasta tres metros y pesar media tonelada. Ahora se encuentra en peligro de extinción y han sido declarados bajo protección. su caza está sujeta a veda.
El gran pez fue cargado y llevado al campamento donde lo examinaron con rigor los científicos, luego de esto fue cortado, su abundante carne podía alimentar a todo un batallón. 
El pago para los hombres de río fue llevarse casi entero al pes y dejar solo un pedazo para el campamento. Esa noche tendrían paiche para la cena. El sabor de su carne es exquisita. 
Con el paso de los días el trabajo continuaba, cada  grupo salía a recoger ejemplares o escribir sus notas. Alida y Gervacio como siempre caminaban juntos.  
En la ultima semana, Alida comenzó a sentir un extraño cansancio, ella pensaba que era debido a la deshidratación y tomaba  abundante agua pero seguía sintiéndose mal. Guardaba silencio y no le decía nada a Gervacio, no deseaba interrumpir su trabajo. Además pensaba que pronto pasaría si se quedaba a descansar en el campamento.
Esa mañana antes de salir le dijo  a Gervacio que no iría con él pero guardó silencio sobre su cansancio. 
Claire notó el malestar de Alida y le preguntó si se sentía mal, ella solo contestó -es un poco de cansancio y nada más. Cuando todos se fueron, caminó a la cabaña para dormir, era raro  sentirse tan cansada. Se recostó en su litera y muy pronto se quedó dormida.
De noche ya en el campamento Alida esperaba a Gervacio se sentía un poco mejor, sentada cerca a la mesa conversaba con Trevor, a los pocos instantes el grupo que se había ido muy temprano llegó.
Cómo siempre los comentarios,  anécdotas y algunos sustos estaban dentro de la conversación todos reían y festejaban las ocurrencias. 
La noche hermosa con una luna brillante en el cielo y la luz de los lamparines sobre la mesa daban una admosfera de serenidad y alegría.
Alida se puso de pie y quiso acercarse a Gervacio, dio algunos pasos y cayo al suelo desmayada, Claire  corrió a su lado y Gervacio también, éste la levantó en sus brazos para llevarla a su litera. ¿Qué pasaba con Alida? todos se preguntaban sorprendidos y quedaron unos segundos en silencio.  

CONTINUARÁ