El doctor Benites examinaba a la paciente con cuidado, él estaba atento a cada síntoma.
La temperatura de su cuerpo era normal, aunque ella estaba todavía en un estado delicado.
Después de un largo silencio, el doctor escribió en la historia clínica de la paciente y dijo a la enfermera.
Después de un largo silencio, el doctor escribió en la historia clínica de la paciente y dijo a la enfermera.
-No debes decir nada a la familia, no quiero que abriguen esperanzas antes de tiempo, la paciente puede estar bien hoy día y mañana vuelve la fiebre más elevada y retrocedemos todo lo avanzado. He visto muchos casos así. Si en los próximos días, ella continúa mejorando y no hay fiebre entonces podemos decir que el virus se ha debilitado y que hay buenos signos de recuperación. Por el momento no digamos nada.
El doctor Benites salió de la habitación y se encontró con Alma, ella preguntó ¿cómo había amanecido su hija?.
El doctor la vio tan angustiada que decidió hablar con ella y contarle cómo había encontrado Alida. Le explicó al detalle sobre su salud y fue enfático:
-No debemos cantar victoria todavía y decir que ella está libre del virus. Es mejor esperar unos días más para saber como sigue evolucionando su enfermedad. Mientras tanto va seguir con las medicinas y en aislamiento-.
El doctor la vio tan angustiada que decidió hablar con ella y contarle cómo había encontrado Alida. Le explicó al detalle sobre su salud y fue enfático:
-No debemos cantar victoria todavía y decir que ella está libre del virus. Es mejor esperar unos días más para saber como sigue evolucionando su enfermedad. Mientras tanto va seguir con las medicinas y en aislamiento-.
Una luz de esperanza se abrió para Alma, que no dejaba de llorar, el cielo la había escuchado.
-Calma, no debe ponerse así- decía el doctor - tenemos que seguir siendo fuertes para apoyar Alida, ella ahora necesita que nosotros seamos fuertes-.
El doctor dijo estas palabras y se despidió de Alma que agradeció haberle dicho la verdad, luego se acercó a la ventana de vidrio que la separaba de su hija y vio que Alida dormía, sabía que estaba sin fiebre, eso dijo el doctor y ese era un paso adelante para su recuperación, solo tenía que seguir con la medicina aunque está tuviera efectos secundarios.
La tía Vera llegó unos minutos más tarde y Alma le contó a su hermana lo que había hablado con el doctor
-Ahora me siento con más tranquilidad, al saber que Alida a dado un paso en su recuperación, eso me hace feliz-. decía la madre de Alida.
-Alma no quiero ser pesimista, tu sabes que yo quiero mucho Alida pero debemos esperar para decir que está fuera de peligro, el doctor ha sido claro en ello.
-Si... si, es verdad, debemos esperar unos días para estar seguros que Alida va a estar bien- comentó Alma con una leve sonrisa. La felicidad se veía reflejaba en su rostro, su hija estaba reaccionando y ella rogaba al cielo que continúe así.
Gervacio llegó al Centro Médico en la noche, Alma y Vera ya se habían retirado. Él por su trabajo no podía salir temprano. Habló con la enfermera de turno para saber cómo estaba Alida y ella le comentó las buenas noticias, pero le hizo la advertencia: -no debía pensar que estaba fuera de peligro. La enfermedad puede recrudecer y esa era una posibilidad muy grande-.
El tiempo pasaba y cuatro días más tarde, Alida seguía sin fiebre ya no deliraba por la temperatura y se mantenía despierta más horas. Al quinto día Alma pidió al doctor entrar a la habitación unos minutos para hablar con Alida. El doctor dudo unos segundos y contestó:
-Solo va entrar diez minutos, no se debe exponer Alida a ninguna contaminación, ella está con las defensas bajas, hasta una simple gripe puede ser mortal. Es importante protegerla-. dijo el doctor muy serio.
-Solo va entrar diez minutos, no se debe exponer Alida a ninguna contaminación, ella está con las defensas bajas, hasta una simple gripe puede ser mortal. Es importante protegerla-. dijo el doctor muy serio.
La enfermera trajo para Alma guantes, un mandil, mascarilla y botas desechables para cubrirse los pies, nada debía contaminar la habitación. Alma se quitó los zapatos y entró a la habitación, estaba bien cubierta para proteger Alida. Vera la esperaba en el pasillo, ella no debía entrar, por el momento las visitas estaban restringidas, solo la madre estaba permitida. El doctor fue claro en esto y dio la orden a la enfermera para que sea estricta.
Alma se acercó a la cama de su hija, Alida abrió los ojos y vio que su madre estaba a un lado. Ella disimulaba su tristeza, no quería que su hija la viera llorar.
-Alida como te sientes, todos estamos preocupados por tu salud-. comentó Alma cuidando sus palabras para no preocuparla.
-Me siento mejor madre, ya no tengo fiebre y creo que voy a sanar- contestó Alida haciendo un esfuerzo.
Madre e hija conversaron por unos minutos más, Alma le daba ánimos a su hija para su pronta recuperación.
-No puedo quedarme mucho tiempo conversando contigo, el doctor a dado la orden de no permitir visitas, es por tu salud.
-No puedo quedarme mucho tiempo conversando contigo, el doctor a dado la orden de no permitir visitas, es por tu salud.
La enfermera entró a la habitación se habían cumplido los diez minutos y le advirtió Alma que debía salir para seguir las ordenes del doctor.
-Si la paciente sigue así, pronto se ira a su casa- dijo la enfermera.
Alma no protestó, se despidió de su hija, tenía que hacer caso al doctor, no quería que Alida retroceda en el tratamiento.
Ese mismo día en la noche Gervacio llegó para ver Alida, la enfermera vio que miraba a Alida por el vidrio, en su rostro había tristeza, entonces ella se acercó y le permitió entrar a la habitación solo después de cubrir su ropa como lo había hecho Alma en la mañana.
Gervacio entró a la habitación muy despacio, Alida dormía pero al sentir un pequeño ruido despertó, él entonces comentó -¿cómo estas? no hables si te sientes cansada- Alida movió la cabeza en señal de negación y contestó:
-Me siento mejor aunque me duele todo el cuerpo, no se porque, seguro debe ser por la fiebre que he tenido- contestó muy despacio.
-No te preocupes, todo va estar bien y pronto te iras a casa, estoy seguro de ellos- comentó Gervacio. Conversaron unos minutos, él tenia cuidado de no agotar Alida, ella todavía estaba débil.
La enfermera entró a la habitación para decir que la visita había terminado, Gervacio sintió que el tiempo había volado, se despidió de Alida.
La visita fue breve pero se sintió tranquilo y feliz, era mejor seguir al pie las indicaciones del doctor para evitar cualquier complicación.
Cuando Gervacio se marchó Alida se quedó sola en la habitación, por momentos recordaba cuando estaba con fiebre y su cerebro no coordinaba con la realidad, ella deliraba y sus pensamientos eran confusos. Recordaba ver una luz brillante hacia donde ella caminaba y de pronto todo se volvía oscuridad, a lo lejos escuchaba voces pero no comprendía lo que hablaban. No podía moverse porque sentía que su cuerpo pesaba una tonelada y su respiración era lenta.
Alida se estremecía de miedo al recordar esos momentos de confusión y fiebre alta que la dejaban inconsciente. Ahora se sentía un poco mejor pero sin fuerzas para moverse con libertad.
Al día siguiente después de examinar a la paciente, el doctor ordenó un nuevo examen de sangre, se sentía más optimista sobre la salud de Alida, él pensaba que habían superado lo peor de la enfermedad, pero se debía seguir teniendo el mismo cuidado.
Nada era suficiente para seguir el camino a la recuperación. El doctor Benites quería ver los resultados del nuevo examen de sangre.
Al salir al pasillo el doctor vio que Alma lo esperaba, entonces comentó -si Alida sigue este camino en su recuperación, en unos días más le podemos dar de alta, pero primero quiero esperar los resultados del nuevo examen de sangre-.
Alma no cabía en su cuerpo de tanta felicidad, por fin su hija iría a la casa y ella ayudaría para que se recupere completamente.
-Doctor que bueno escuchar sus palabras, por fin mi hija está mejor-. contestó Alma más tranquila.
-Sí, pero hay que esperar que dicen los exámenes, ya le he comentado que debemos tener cuidado y no adelantarnos a los hechos- terminó de decir el doctor y se retiró.
Alma se preparó para entrar al cuarto de su hija, Alida descansaba pero estaba despierta, al ver entrar a su madre habló con ella, algunas palabras no podía tener una larga conversación, la enfermedad la había debilitado, pero de todas maneras se sentía mejor que semanas atrás.
Cuando la visitaba Gervacio era lo mismo, ella hablaba poco y solo por diez minutos, la enfermara era igual de estricta con Alma y Gervacio.
Pero había una diferencia, nadie sabía que Gervacio también entraba en la habitación para ver y hablar con Alida unos minutos.
La enfermera comprendía la preocupación de Gervacio por Alida.
Los resultados del examen de sangre habían llegado y el doctor Benites los examinaba con cuidado. Una sonrisa se dibujo en su rostro, Alida había salido del peligro y podía dar la orden de alta. En su casa los cuidados y con una dieta saludable pronto estaría completamente repuesta.
Subió al quinto piso para examinar a la paciente. Alida se encontraba despierta, después de examinarla conversó con ella para preguntar como se sentía, ella contestó que se sentía mejor y que coordinaba sus pensamientos y su cuerpo por fin la abedecia.
El doctor sonrió y dijo -mañana te voy a dar de alta ya puedes ir a tu casa, tus exámenes están muy bien y el virus ha abandonado tu cuerpo, felicitaciones- comentó el doctor satisfecho por Alida y su familia. Ella no podía sentirse más feliz. Le daba las gracias al doctor por no rendirse ante el virus.
Cuando se encontró con Alma en el pasillo le dijo lo mismo que Alida y además agregó -hemos luchado muy fuerte y no le dimos oportunidad al virus, que demostró ser muy peligroso, ahora puedo decir que Alida está fuera de peligro. Tenemos que sentirnos aliviados, mañana puede irse a su casa-.
Alma casi lloraba de felicidad y agradecía una y otra vez al doctor por haber curado a su hija -sin usted no lo hubiéramos logrado, siempre tendrá mi gratitud.- contestó Alma entre lágrimas.
Alida en su habitación también se sentía feliz, era tiempo de agradecer al cielo por escuchar sus ruegos y permitirle salir adelante. En silencio rezo unas oraciones como gratitud infinita a Dios.
CONTINUARÁ
-No te preocupes, todo va estar bien y pronto te iras a casa, estoy seguro de ellos- comentó Gervacio. Conversaron unos minutos, él tenia cuidado de no agotar Alida, ella todavía estaba débil.
La enfermera entró a la habitación para decir que la visita había terminado, Gervacio sintió que el tiempo había volado, se despidió de Alida.
La visita fue breve pero se sintió tranquilo y feliz, era mejor seguir al pie las indicaciones del doctor para evitar cualquier complicación.
Cuando Gervacio se marchó Alida se quedó sola en la habitación, por momentos recordaba cuando estaba con fiebre y su cerebro no coordinaba con la realidad, ella deliraba y sus pensamientos eran confusos. Recordaba ver una luz brillante hacia donde ella caminaba y de pronto todo se volvía oscuridad, a lo lejos escuchaba voces pero no comprendía lo que hablaban. No podía moverse porque sentía que su cuerpo pesaba una tonelada y su respiración era lenta.
Alida se estremecía de miedo al recordar esos momentos de confusión y fiebre alta que la dejaban inconsciente. Ahora se sentía un poco mejor pero sin fuerzas para moverse con libertad.
Al día siguiente después de examinar a la paciente, el doctor ordenó un nuevo examen de sangre, se sentía más optimista sobre la salud de Alida, él pensaba que habían superado lo peor de la enfermedad, pero se debía seguir teniendo el mismo cuidado.
Nada era suficiente para seguir el camino a la recuperación. El doctor Benites quería ver los resultados del nuevo examen de sangre.
Al salir al pasillo el doctor vio que Alma lo esperaba, entonces comentó -si Alida sigue este camino en su recuperación, en unos días más le podemos dar de alta, pero primero quiero esperar los resultados del nuevo examen de sangre-.
Alma no cabía en su cuerpo de tanta felicidad, por fin su hija iría a la casa y ella ayudaría para que se recupere completamente.
-Doctor que bueno escuchar sus palabras, por fin mi hija está mejor-. contestó Alma más tranquila.
-Sí, pero hay que esperar que dicen los exámenes, ya le he comentado que debemos tener cuidado y no adelantarnos a los hechos- terminó de decir el doctor y se retiró.
Alma se preparó para entrar al cuarto de su hija, Alida descansaba pero estaba despierta, al ver entrar a su madre habló con ella, algunas palabras no podía tener una larga conversación, la enfermedad la había debilitado, pero de todas maneras se sentía mejor que semanas atrás.
Cuando la visitaba Gervacio era lo mismo, ella hablaba poco y solo por diez minutos, la enfermara era igual de estricta con Alma y Gervacio.
Pero había una diferencia, nadie sabía que Gervacio también entraba en la habitación para ver y hablar con Alida unos minutos.
La enfermera comprendía la preocupación de Gervacio por Alida.
Los resultados del examen de sangre habían llegado y el doctor Benites los examinaba con cuidado. Una sonrisa se dibujo en su rostro, Alida había salido del peligro y podía dar la orden de alta. En su casa los cuidados y con una dieta saludable pronto estaría completamente repuesta.
Subió al quinto piso para examinar a la paciente. Alida se encontraba despierta, después de examinarla conversó con ella para preguntar como se sentía, ella contestó que se sentía mejor y que coordinaba sus pensamientos y su cuerpo por fin la abedecia.
El doctor sonrió y dijo -mañana te voy a dar de alta ya puedes ir a tu casa, tus exámenes están muy bien y el virus ha abandonado tu cuerpo, felicitaciones- comentó el doctor satisfecho por Alida y su familia. Ella no podía sentirse más feliz. Le daba las gracias al doctor por no rendirse ante el virus.
Cuando se encontró con Alma en el pasillo le dijo lo mismo que Alida y además agregó -hemos luchado muy fuerte y no le dimos oportunidad al virus, que demostró ser muy peligroso, ahora puedo decir que Alida está fuera de peligro. Tenemos que sentirnos aliviados, mañana puede irse a su casa-.
Alma casi lloraba de felicidad y agradecía una y otra vez al doctor por haber curado a su hija -sin usted no lo hubiéramos logrado, siempre tendrá mi gratitud.- contestó Alma entre lágrimas.
Alida en su habitación también se sentía feliz, era tiempo de agradecer al cielo por escuchar sus ruegos y permitirle salir adelante. En silencio rezo unas oraciones como gratitud infinita a Dios.
CONTINUARÁ