lunes, 7 de abril de 2025

TRES HISTORIAS... ¡TRABAJO, SOLO TRABAJO!

El doctor se dirigía temprano al Congreso de la República, un político muy importante y paciente suyo requería de su atención y él como su  médico personal iba ha atenderlo. 
Eran los tiempos del segundo gobierno del arquitecto Fernando Belaunde, él había salido elegido presidente por segunda vez, el pueblo lo había elegido como una especie de desagravio por la injusticia cometida en su primer mandato que fue sacado por los militares de una forma abrupta y enviado al destierro. 
El paciente del doctor era un político joven, brillante e inteligente, dueño de una oratoria excepcional, cuando él daba sus discursos las paredes del congreso se estremecían, llamaba las cosas por su nombre y no le temblaba la mano cuando debía señalar lo que estaba mal, era un congresista que pertenecía al partido de gobierno. Su nombre bien conocido, Américo Panduro economista de carrera y político, además de empresario. El gobierno, gozaba en sus primeros días de toda la confianza de la gente, la fe estaba puesta en el presidente y su equipo de ministros, hombres prácticos y empresarios que habían dejado sus puestos bien remunerados para servir al país. La cartera de economía la manejaba el ministro Manuel Ulloa Elías, dueño de los diarios Expreso y Extra. El ministro y premier, hacia denodados esfuerzos por mantener el equilibrio de la balanza económica, sus medidas eran opuestas a lo que el gobierno militar había manejado durante su época, políticas de un Estado proteccionista y controlista. 
Américo Panduro era muy cercano a los ministros y al gobierno del presidente, gozaba de gran prestigio y aprecio en el gobierno. 
El doctor Oscar Martel era bien conocido en los pasillos del congreso, muchos políticos eran sus pacientes, entre ellos, el ahora congresista Panduro. El doctor llegó puntual hasta las puertas de su oficina en el segundo piso, tocó la puerta y al instante un asistente lo hizo pasar. 
Américo Panduro ni bien lo vio, dijo: -Mi estimado doctor Martel que bueno volver a vernos, lo he llamado porque deseo hacerme un chequeo médico, no siento molestias pero como una regla preventiva prefiero que me examine- terminó de decir.
-Es bueno saludarte Américo y saber que estás bien, pero deseas hacerte un examen como una manera de cuidar la salud, es una excelente costumbre ya que uno nunca sabe que nos puede suceder en el transcurso de los días y semanas, sobretodo tú que tienes un trabajo muy intenso y lleno de responsabilidades- finalizó el doctor y comenzó a auscultar a su paciente con un un examen físico que todo médico realiza para saber como esta la presión arterial, el corazón, pulmones, esto es el primer indicador de como anda el cuerpo. Luego le mandó unos exámenes de laboratorio que debía realizar.
-Mis primeras impresiones me dicen- comentó el doctor -que te encuentro muy bien, tu presión es correcta, tu corazón tiene un buen ritmo cardiaco y en fin todo lo demás anda en buenas condiciones, no encuentro ningún problema de salud, eres un hombre joven con un largo rango de vida, siempre y cuando sigas cuidándote. Sé que eres un político prometedor con una gran carrera, felicitaciones-.
-Estoy siguiendo tus recomendaciones como siempre me indicas- aseguró Américo -llevó una vida sana, hago ejercicios y como mesuradamente sin abusar de las bebidas alcohólicas. Gracias por venir hasta mi despacho, en estos días no tengo tiempo para nada, el gobierno esta cruzando una fuerte crisis económica y la gente no debe perder la confianza en nosotros porque nuestros ministros hacen esfuerzos denodados para tratar de arreglar el descalabro del gobierno anterior- indicó el congresista Panduro.
El doctor Martel movió la cabeza en señal de aprobación, sus palabras decían una gran verdad, la economía del pais era frágil a pesar de las acciones que se habían tomado. Américo Panduro le explicaba que se habían levantado muchos controles sobre la economía y eliminado algunos subsidios, en petróleo y alimentos. Se estaban fomentando las exportaciones y al mismo tiempo se abrió el mercado nacional para las importaciones, además de ofrecer incentivos para las inversiones extranjeras: 
-Mi estimado doctor- habló Américo con gran convicción  -necesitamos una economía fuerte y estable para que el país crezca, debemos seguir pagando la deuda externa para convertirnos en sujetos confiables y serios, debemos tener un país saludable en cuanto a economía. Necesitamos progresar y desarrollarnos para ser fuertes en un futuro inmediato- decía Américo con pasión, él creía en sus palabras y en que todo era posible. Los hombres que manejaban el gobierno eran personas muy preparadas y versadas en dichos temas. 
-Comprendo la pasión de tus palabras cuando hablas y sé que es importante labrarnos un futuro mejor, estoy de acuerdo contigo, pero los problemas de nuestro país son tan grandes que no alcanzan cinco años del gobierno para solucionarlos. Tenemos que seguir políticas estables y serias para crear un progreso sostenido. Mi estimado amigo aquí podemos estar conversando muchas horas sobre el tema de como sacar adelante nuestro país pero debo atender a mis otros pacientes que esperan, tengo que despedirme no sin antes recomendarte que realices los exámenes de laboratorio, estoy seguro que saldrán bien-. ambos caballeros se despidieron y el doctor Martel salió de la oficina de Américo Panduro con la seguridad que escucharía más adelante de él y de su brillante carrera. 
El doctor Martel caminó por los pasillos directo a la puerta de calle. El edificio del congreso en su interior era hermoso y estaba bien conservado, de pronto escuchó una voz que lo llamaba -Martel, Oscar Martel- el doctor giró sobre si mismo y se encontró frente a Jorge Redondo un amigo de tiempos del colegio, un amigo de la niñez. 
-¡No puede ser Jorge eres tú!- exclamó el doctor -¿Qué haces en el congreso?-preguntó a la vez.
-¡Qué hago en el congreso!... ¡cómo no sabes! soy congresista por el partido de gobierno, aquí trabajo- contestó sonriente el político.
-Que tiempo de no saber nada de ti, simplemente desapareciste y no volví a verte- agregó el doctor.
-Si, es verdad, no nos vemos desde que salimos del colegio. Increíble como ha pasado el tiempo, tenemos que reunirnos para conversar, que te parece si almorzamos juntos hoy día, te tengo una sorpresa que no puedes imaginar- sentenció Jorge.
-Estoy de acuerdo, nos vemos hay para almorzar, no puedo esperar que sea medio día para reunirnos y conversar- se despidio de su amigo Jorge con un abrazo y salió de la sede del congreso. 
Oscar Martel atendió como siempre a sus pacientes que ya lo esperaban en el hospital, no podía dejar de cumplir con su trabajo que era su gran responsabilidad. 
Pasado el medio día, Oscar Martel terminó su horario de atención y salió del hospital con dirección al restaurante donde habían quedado con su amigo, en el camino era obligado recordar todas la aventuras que vivieron juntos mientras eran estudiantes y no tenían otra responsabilidad que ser hijos de familia.
El doctor Martel llegó al restaurante donde lo esperaba Jorge Redondo y otra persona más que no conocía porque estaba de espalda, se acercó a la mesa y al saludar no pudo evitar la emoción de estar con otro amigo más de la infancia, se trataba de Tesio Castello, -Tesio- exclamó el doctor, se abrazaron con la alegría del encuentro después de tantos años.
-Esta era la sorpresa de que te hablé, nuestro querido amigo Tesio está hoy con nosotros también. Nos encontramos la semana pasada en el congreso, fue un encuentro casual como el tuyo- dijo lleno de entusiasmo Jorge Redondo. 
Los tres amigos no podían dejar de hablar y de comentar sobre sus vidas y lo que habían hecho desde que terminaron el colegio. Ellos habían estudiado en el colegio de los Sacerdotes Claretianos. Juntos habían vivido muchas travesuras y  gozado de la niñez y adolescencia. Al cabo de terminar sus estudios escolares cada uno tomó su camino y eligió su carrera, Jorge Redondo era abogado de profesión y congresista, Tesio Castello era un alto jefe de la policía y Oscar Martel doctor en medicina humana, tal vez el hecho de elegir distintas carreras los había alejado pero ahora la vida  había vuelto a juntar a los tres amigos que fueron inseparables en su época de colegio. Almorzaron juntos y comentaban sobre sus actividades del día a día, el almuerzo estuvo acompañado de varias botellas de vino, tenían que brindar por su encuentro y la promesa de que  volverían a encontrarse.
-Tesio y a ti Oscar, yo los quiero invitar a que vengan y formen parte del partido, sería una ganancia para nosotros de que personas tan preparadas estén con el gobierno.
Tesio con voz seria comentó: -Gracias por la invitación a formar parte del equipo de gobierno pero yo no puedo ser parte de ningún partido, estoy en la policía ejerciendo mi carrera y no puedo aceptar-.
Oscar también comentó: -Gracias Jorge, pero yo tampoco puedo aceptar, para mi la política es complicada y no comulgo con muchas de sus ideas. Te pido no lo tomes a mal y que no sea un motivo de separación después de tantos años que nos hemos vuelto a ver.
-No, no amigos- dijo Jorge levantando su copa de vino: -para mi no es molestia, al contrario agradezco su  franqueza, esto no tiene nada que ver con nuestra amistad. A propósito de franqueza, Tesio, tú no eres congresista, ¿qué hacías en el congreso?, si te puedo preguntar. A Oscar sé que fue para atender a un paciente que es un conocido político ¿Pero tú?-.
Con el semblante serio y la voz grave Tesio contestó: -es un tema de investigación, estamos haciendo seguimiento a un congresista que se cree esta involucrado en situaciones peligrosas en contra del Estado. No puedo decir nada más, es mi trabajo y es secreto-. 
-No queremos comprometerte amigo, no debes hablar de temas sobre tu trabajo es mejor- respondió el doctor
El almuerzo se prolongo más de dos horas, los amigos disfrutaron de una deliciosa comida y buen vino, fue un momento grato saber que los tres se habían vuelto a encontrar y antes de despedirse intercambiaron tarjetas con sus números de teléfono para seguir en contacto, tantos años y tantas vivencias tenían que comentar  y decir que esas dos horas del almuerzo no fueron suficientes.
Que alegría volver a ver a los amigos que formaron parte de una época de la vida, cuando todo era solo ser niños o jovenes, pensaba el doctor en su camino de regreso a casa.


CONTINUARÁ         
          
 
  
 
         
      
              

 

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