En la sala de conferencias quedaron solo Alfredo y Augusto, Gerente General de la empresa. Luis Alberto iba camino al aeropuerto y Joel ya se había retirado.
Augusto comentó -ahora que hemos solucionado el problema de mi hermano que ha sido un trago amargo, esto fue algo que nunca debió darse, Luis Alberto no me dejó otro camino. Alfredo el proyecto "Costa Azul" ha quedado sin dirección, necesito un hombre de confianza para dirigir la obra, he pensado que tú puedes ocupar ese cargo, estás preparado para llevarlo a cabo hasta el final, conoces muy bien como realizarlo-.
Alfredo respondió incrédulo -agradezco la confianza en mi persona, voy a poner todo mi empeño para que llegue hasta el final con el éxito que debe ser-.
-Es muy bueno estar de acuerdo en este campo, el proyecto debe estar bien construido y terminado, no no podemos detener todo lo avanzado-. Finalizó Augusto, se puso de pie, felicitó a Alfredo y se fue camino hacía su oficina.
La sala quedó en silencio, nadie podía imaginar que momentos antes hubo una gran discusión entre los hermanos dueños de la empresa. Alfredo tenía otra responsabilidad más por encargo del Gerente, el proyecto "Costa Azul" estaba en sus manos. Debía dirigir, analizar cada paso y ejecutar la obra dentro del presupuesto que estaba planificado, además de entregar el proyecto en el plazo pactado, era todo un desafío.
Cuando Augusto se fue a su oficina estaba molesto por lo ocurrido con Luis Alberto, el hermano mayor no tuvo otra salida que cortar el problema de raíz el problema.
Una hora más tarde Alfredo llamó a Mariane para comentar con ella todo la sucedido. La invitó a cenar en un restaurante muy conocido por él, el lugar era acogedor e íntimo. Mariane llegó al poco tiempo y como siempre puntual, era su costumbre.
Cuando vio a Alfredo en la mesa que había reservado se acercó, ambos se saludaron con amor, él estaba contento de encontrarse con ella.
Alfredo sujetó la mano de Mariane y con voz pausada dijo -tengo tantas cosas que contarte que no sé por donde empezar, primero debo comentar que el problema de Joel está resuelto, al menos en lo concerniente a la empresa. En ese mismo instante comenzó a decir como fue la conversación con Augusto y su hermano, cada detalle, cada palabra y al acuerdo que habían llegado. Con respecto a Luis Alberto ya no estaría más para dirigir el proyecto: -Mariane, solucionados estos graves problemas, podemos vivir por fin nuestro romance y pensar en nosotros, que todo el mundo se entere que estamos juntos. Podemos salir a pasear y viajar si así lo deseamos, con Joel no comenté de lo nuestro, creí que tú querías ser la que se lo diga, si no estás de acuerdo puedo hacerlo yo, tú ¿Qué opinas?-. termino de hablar Alfredo.
Mariane se tomó unos segundos para contestar, lo que escuchó de los labios de Alfredo no le gustó:
-Debo ser sincera contigo- respondió Mariane -Luis Alberto se va muy tranquilo sin recibir el castigo que merece y todo el peso de la ley, mientras mi hermano está sufriendo una serie de problemas nerviosos y estuvo al borde de la muerte, eso no me parece justo-.
-Estoy de acuerdo Mariane- respondió Alfredo -pero Joel desde un comienzo no quiso presentar una denuncia a la policía, él deseaba terminar todo el caso de una vez, por eso firmó un acuerdo confidencial-.
Mariane estaba molesta, ella quería que Luis Alberto se presente ante la policía para declararse culpable por lo que hizo, fue algo tan repudiable y atroz. Cómo iba pensar en ella y su romance, no era el momento para ello.
-Debes disculparme, no puedo pensar en mí ni en ningún romance, mientas no hable con Joel, necesito aclarar ciertas cosas que me están molestando de todo este asunto. Alfredo no existe un nosotros-. Mariane fue clara al decir esto último, se disculpó y se puso de pie, ella lamentó su decisión, era algo que debía hacer.
Alfredo confundido y triste se quedó solo en la mesa del restaurante, no imaginó que tanto le molestaba a Mariane, la decisión de su hermano. Pensó que tal este romance no tenía futuro y que era mejor olvidarse de todo.
Mariane llamó por teléfono al hotel para comunicarse con su hermano, este desde su habitación contestó, ella le dijo que iba en camino al hotel para hablar con él: -Mariane es tarde, pensé que ya estaba en casa- exclamó Joel.
-Joel necesito hablar contigo, es importante, me he enterado de todo el problema y de la solución a la que han llegado, estoy en camino, espérame en el lobby- insistió Mariane.
Los hermanos se encontraron en el hotel donde se hospedaba Joel, Mariane no dudó un segundo y muy directa le dijo a Joel lo que pensaba sobre el acuerdo -debiste presentar una denuncia contra Luis Alberto para que el pueda responder por su delito-.
-Mariane, voy a decir esto por última vez y no quiero volver hablar del tema -respondió Joel con énfasis -no voy presentar una denuncia porque yo también soy culpable de lo que pasó, no deseo que se ventile mi terrible error en una corte, en un juicio, en pocas palabras siento vergüenza por haber actuado del modo que lo hice y por otro lado no deseo que nuestros padres se enteren que su hijo se convirtió en un delincuente. Para mí este asunto está cerrado, sé que con el tiempo voy a superar mis dolencias nerviosas y pesadillas, lo que necesito es alejarme de la ciudad y estar en un lugar donde pueda encontrar paz. Mañana mismo parto hacia el campo, a la casa de nuestros padres para encontrar la serenidad que necesito. La vergüenza me consume por eso no quise ver ni hablar con nuestros padres-.
Las palabras de Joel no dejaron dudas a Mariane, ella iba a respetar la decisión de su hermano, su preocupación la llevo a dudar, pero ahora sabía que él no iba a cambiar de idea.
-Si es lo que has decidido, entonces yo no tengo más que decir- sentenció Mariane -Joel solo quiero pedirte una última cosa y no puedes decir que no, llama por teléfono a nuestra madre, ella no vive si no sabe de ti. Tú sabes que ella sufre de los nervios-.
Joel prometió que al día siguiente llamaría a Alegría, su madre, para que sepa que está bien y se quede tranquila. Los hermanos se despidieron con un abrazo, Mariane comentó -me alegra verte de nuevo y saber que estás vivo, no sabes todo lo que lloré al no saber donde estabas-.
Mariane tomó el camino de regreso a su casa, llegó muy tarde, entró sigilosamente y fue directo a su habitación, era una mujer adulta, sus padres no la esperaban despiertos. Antes de acostarse pensó en Alfredo, quiso llamarlo pero desistió, él ahora seguro no quería saber nada de ella. Después de su última conversación las cosas no habían quedado bien entre los dos.
Mañana trataría de ponerse en contacto con él para conversar y saber si aún había un nosotros.
Muy temprano amaneció, un rayo de sol penetró por la ventana de Mariane, ella todavía dormía y no quería levantarse, estas vacaciones fueron demasiado agotadoras, pasaron cosas que nunca olvidaría,
Alegría toco la puerta del dormitorio, eran casi cerca de las nueve, el reloj no perdonaba el tiempo pasaba muy rápido: - Mariane Joel llamó temprano, habló primero conmigo y después con tu padre, nos comentó que está bien y que se va quedar un tiempo en la casa de campo, quiere estar en contacto con la naturaleza. Me siento más tranquila ahora que hable con él-.
Mariane sonrió a su madre, ella estaba más calmada y nada la angustiaba -que bueno que Joel se haya comunicado ustedes- sentencio.
-Señorita Mariane- interrumpió Asunta -la busca un caballero que dice llamarse Alfredo, está en la puerta de calle-.
-Asunta has lo pasar a la sala por favor, dile que enseguida estoy con él-. contestó Mariane con prisa.
-Madre tengo que levantarme, ¡no puede ser! Alfredo ha venido como es posible- mientras decia esto, el corazón le palpitaba a cien por hora, estaba emocionada, feliz y a la vez sentía temor, se detuvo de golpe y pensó, tal vez solo viene a decirle que ya no quiere saber nada de ella y que es mejor que cada uno vaya por su camino. No, no creo que sea eso, tomarse tantas molestias para venir a buscarla.
Se aseó y alistó lo mejor que pudo, se puso un vestido de verano de colores alegres, luego bajo las escaleras lentamente, las piernas le temblaban se tomó del pasamano para no caer. Antes de entrar a la sala se dio ánimos, en la puerta se detuvo, ahí estaba Alfredo, impecable, atractivo y bien vestido con su terno azul, ella podía sentir el aroma de su perfume fino.
CONTINUARÁ
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