domingo, 31 de diciembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

Liang se encontraba ocupada organizando la fiesta de quince años de su hija Bao. 
Ella se ocupaba de cada detalle de la celebración de cumpleaños como  le había pedido Bao. 
Su hija no quería una gran fiesta, ella le había pedido a su madre una celebración sencilla. 
La razón era que se acordaba de sus hermanos mayores, pensaba lo feliz que hubiera sido si ellos estuvieran presentes.  
La fiesta de cumpleaños sería en los jardines de la casa, con la asistencia de veinte a veinticinco amigos, los más cercanos. 
Liang mandó a preparar un gran bufé y la pista de baile, quería que su hija celebre sus quince años y el primer paso a la vida adulta. 
Faltaban solo cinco días para la celebración y ya todo estaba listo, comenzando por el vestido que  llevaría  Bao el día de la fiesta, la comida, la música y cada detalle que hacía falta, Liang no olvidaba  nada. 
A la hora del almuerzo llegó como siempre Guo, traía en sus manos unos presentes para Liang y  para Bao:
-Esta mañana vino a verme Ru Hen tu alumno de hace pocos años ¿te acuerdas de él?- preguntó a Liang, ella intrigada contestó que si y entonces Guo comentó:
-Me entregó este regalo para ti y este regalo para Bao- el regalo de Bao por sus quince años, era un fino y delicado broche de una mariposa de cristal de Swarovski...Bao agradeció el detalle de su amigo y el regalo para Liang su profesora un lienzo de 50x50cm. que estaba envuelto en papel marón, cuando Liang abrió el papel vio la pintura de unas peras azules, bellamente ejecutada con un  fondo de colores brillantes. 
En una nota aparte, escrita de su puño y letra se leía: Para mi maestra, la que me ayudó a encontrar el camino. Las peras son azules porque usted me enseñó que es potestad del artista pintar su mundo interior y en mi mundo las peras son azules...Gracias Profesora. 
Liang no pudo evitar la emoción, Ru Hen se acordaba de ella y de sus palabras, además de su amistad con Bao. 
Ella no perdió el tiempo y en pocos días mandó a enmarcar la pintura de Ru Hen, luego la colgó en la pared más destacada de la sala. El cuadro sobresalía por encima de los demás. Liang pensaba que Ru  Hen, tenía un gran futuro en el arte, esa pintura así lo demostraba.  
La celebración del cumpleaños de Bao fue un éxito, estaban sus amigos más cercanos y sus padres, pero sentía la gran ausencia de sus hermanos mayores. Ella no comentaba nada porque no quería entristecer a su madre que tanto se había esforzado para realizar la fiesta.                 
El vestido de Bao era de color rosa apropiado para una adolescente que cumplía quince años y como adorno en el pecho llevaba el prendedor que era regalo de su amigo Ru Hen. 
Ella lucía muy hermosa y feliz mientras en el jardín comenzaba a sonar la música.  
El primer baile de la noche fue con su padre Guo,  éste se sentía feliz, veía que su hija crecía muy rápido, a él le hubiera gustado que ella siempre fuera su pequeña niña...eso era imposible. 
Después del primer baile, la fiesta comenzó para todos los amigos que disfrutaban  la música de moda del momento. 
Liang estaba atenta a que nada falte para que siga la alegría. La fiesta duró hasta el amanecer. 
Bao estaba feliz y cansada, nunca antes había disfrutado tanto de una fiesta, cuando todos los amigos se fueron, la familia se encontraba agotada, Bao agradeció a sus padres y se retiró a descansar. 
Las amigas de Liang, Xue y Jun al día siguiente de los festejos también fueron a saludar a Bao cada una con un presente, ellas sentían un gran cariño por la hija de Liang, Jun en secreto tenía la esperanza que  en un futuro no muy lejano, uno de sus hijos se comprometa en matrimonio con Bao, claro está que ella no mencionaba nada de esto a Liang.  Ese tema no se debía forzar, el amor se tiene que dar de manera natural.    
Como Bao era una buena estudiante que nunca daba problemas en  el colegio sus padres le regalaron la fiesta tal y como ella lo había pedido.
La vida transcurría día a día, Liang se ocupaba de organizar el hogar y la relación con su hija era muy cercana. Bao tenía la confianza de hablar con su madre sin temor de todos los temas  y algunas veces le pedía que le cuente cómo había sido su vida en China, cómo era su familia. 
Liang entonces le contaba a su hija detalles de las historias familiares que antes nunca había comentado.
Bao como toda joven que no ha terminado de crecer no sabía que quería estudiar  cuando termine  
el colegio, su madre no la presionaba todavía le faltaban dos años para decidir y en todo caso podía tomarse un tiempo libre después de acabar la secundaria. 
Guo, el padre, pensaba diferente su hija era por el momento su única heredera y era necesario ir preparándola para que en su momento ella, se haga cargo de la dirección de los negocios. 
Él no la iba a presionar, pero le gustaría que Bao lo ayude y que poco a poco se haga cargo de la dirección de la tienda. Aun nada de esto era urgente, esa idea le daba vueltas en la cabeza, veía que su hija tenia las condiciones, solo había que enseñarle.
Mientras tanto la vida de Bao continuaba feliz bajo la protección de sus padres. 
El tiempo pasaba y a finales de ese año en que Bao había cumplido quince años Liang no se sentía muy bien, ella no comentaba nada con su hija o su esposo. 
Fue sola a la consulta del médico, un examen y unos remedios fueron suficiente para sentirse mejor. 
Nada era diferente en la vida de la familia Tan Choi pero Bao como una joven que esta creciendo salía algunas veces con sus amigas al cine o de paseo, era parte de hacerse adulta.  
De pronto en un soplo del tiempo que corre, Bao de nuevo estaba celebrando pero esta vez la graduación escolar. 
El día tan esperado había llegado y ella junto a sus veinticinco compañeros de estudios se graduaba en una ceremonia final en el colegio. Los padres de los alumnos acompañaban a sus hijos en ese día tan importante.
Las palabras de la directora, las palabras del primer alumno de la clase dieron por finalizado el años escolar.
En la noche sería el baile de graduación  y el final de una etapa que ya no se repetiría más. Todos los compañeros se despedían al terminar la noche de fiesta, cada uno tomaba una dirección y muchos no se volverían a ver en un largo tiempo. 
La  felicidad que supone el término de una etapa fue diferente en la casa de la familia de Bao, ese verano  Liang enfermó repentinamente, estaba vez era más serio y tuvo que ser internada en una clínica. Guo no escatimó el dinero para que su esposa tenga la mejor atención y los mejores médicos, si era necesario llevarla al extranjero lo haría. Liang debía curarse y estar bien de salud al lado de su familia.  
CONTINUARÁ    
   
    

  










  

domingo, 24 de diciembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

En la comunidad china de la ciudad la partida de la familia Chan Hu causó preocupación y zozobra. 
Ellos eran personas que trabajaban y atendían su negocio de ferretería, tenían muchos años viviendo en el país. Todos en la comunidad se preguntaban  ¿donde habían ido? y si eran ciertos los rumores que hablaban sobre amenazas a la familia.
Un amigo muy cercano al padre de la familia comentó que eran ciertas las amenazas  y que la familia no se iba a Taiwan pero no deseaban que nadie se entere de su paradero, ellos no querían dejar pistas. 
Su hermano era un  disidente político en contra del gobierno por la tanto existía el peligro para toda la familia Chan Hu. 
El precio que ellos estaban pagando por la desobediencia del hermano era muy grande e injusto. 
Liang leía el diario de su comunidad con respecto a la noticia y lamentaba como todos, la situación de la familia y su temor de ser ubicados.
Donde quiera que estén pensaba Liang, no van a vivir en paz. 
Luego al final del diario se leía una pequeña noticia sobre la venta de todos los objetos de valor que dejaba la familia.
Tanto esfuerzo y trabajo de toda una vida se iba por la borda, solo quedaba desearles que puedan vivir tranquilos al nuevo destino que se dirigían.   
Eran alrededor de las once de la mañana cuando llamaron a la puerta, era su amiga Jun que buscaba a  Liang para decirle si podía recibir a un nuevo alumno.  
Sus otros pequeños alumnos ya habían terminado las clases, en ese momento estaba libre solo con su hija Bao, practicaban día a día la escritura que ya la pequeña dominaba bien. Liang había logrado rescatar un libro de leyendas de la China imperial que ahora ya no circulaba en su país, era un libro prohibido pero eso no significaba que no tuviera escrito hermosas historias. Con su hija leían el libro sobre cuentos milenarios.
-Liang, puedes recibir a este pequeño alumno, tiene diez años va al colegio en la ciudad pero sus padres quieren que aprenda a escribir y leer en el idioma chino-  comentaba Jun a su amiga.
-Bueno no tengo inconveniente supongo que el horario será en la tarde y debe ser todos los días, como con mis otros alumnos- comentó Liang mientras guardaba el diario en una gaveta.
Jun de pronto muy seria le dijo -Liang vas a ir a la venta de objetos de la familia Chan Hu dicen que hay cosas de valor.
-No sé, no lo ha pensado, todavía no logro comprende lo que les ha sucedido. No te das cuenta de su tragedia.
-Si, es verdad pero si en la comunidad compramos sus objetos es una forma de ayudarlos...no crees.
-Si tal vez tengas razón. 
Liang aceptó al nuevo alumno, su nombre era Ru Hen. 
Las semanas transcurrían una tras otra, el nuevo alumno de Liang era un niño vivaz que aprendía rápido, además de ello era un habilidoso dibujante. Liang podía ver los dibujos que  hacía en un cuaderno que siempre llevaba a clase. 
-Tus dibujos parecen hechos por un experto,¿quién te ha enseñado a dibujar?- preguntó Liang a su alumno Ru Hen. 
-Yo solo he aprendido viendo las láminas antiguas que mi padre tiene en su escritorio y son de paisajes y rostros. 
Eran dibujos tan reales que parecían querer escapar de las hojas del cuaderno. -¿quieres ser pintor cuando seas grande?- preguntó Liang
-Sí, pero todavía no sé porque mi padre quiere que lo ayude en el negocio, él dice que tengo que terminar pronto el colegio para ayudarlo. 
Liang no comentó nada, pero pensaba que sería una pena que se desperdicie el talento de este niño, tal vez si ella pudiese hablar con sus padres sería distinto. 
En las tardes de clases, Bao a lado de su madre leía el libro de historias, mientras Ru Hen practicaba su escritura.  Su hija estaba creciendo y pronto dejaría de ser la niña pequeña que ella muchas veces acunaba.
Liang temía a este proceso porque no sabía que nuevas experiencias le traería la vida, lo único que quedaba era aceptar los cambios y las nuevas etapas porque así era el proceso de crecer. Lo mismo le sucedió a ella, vivió su niñez y juventud en China, cuando era otros tiempos y otra vida. 
Una mañana que Liang tenía tiempo decidió ir a visitar a la familia de Ru Hen para comentarles los dibujos y el talento de su hijo.  
A ella no le gustaba intervenir en la vida de las personas de su comunidad pero en este caso considero que era necesario, el niño era un talento y a su edad dibujar como lo hacia era extraordinario.      
El negocio de los padres de Ru Hen era una lavandería, Liang se presentó en el lugar saludando a los padres que la reconocieron al instante. Ella les comentó del rápido progreso del niño y de lo bien que le iba en sus clases, además tocó el tema de los dibujos y lo importante que era que él siga desarrollando su talento. 
Los padres del niño fueron corteses con Liang, la escucharon atentamente y agradecieron sus palabras pero el día siguiente y los demás días Ru Hen dejó de asistir a las clases, al parecer no habían tomado con buen agrado las sugerencias de Liang.
Días más tarde Jun le dijo a Liang -hablé con las padres de Ru Hen, ellos quieren que su hijo solo se dedique al negocio cuando termine el colegio, lo siento Liang no podemos hacer nada más.         
Era lamentable que los padres del niño tomen de  esa manera sus palabras y pensaba en su alumno que desde temprana edad ya estaba decidido su destino, sin consultarle ni sin tomar en cuenta sus gustos y decisiones, era una actitud que no alcanzaba a comprender.            

Una noche mientras cenaban en la casa de la familia Tan Choi, Guo comentaba con Liang:
-Esta mañana se acercó a la tienda el padre de Ru  Hen para decirme que su hijo no asistiría más a las clases y que no debiste, según ellos, meterle ideas en la cabeza sobre sus dibujos. Yo sé Liang que tu has obrado de buena intención pero a veces es mejor no intervenir en la vida de otras personas.
-No intervine para meterme en sus vidas sino para hacerles una sugerencia de lo que estaba pasando con su hijo, ese niño tiene un gran arte en las manos y es lamentable que se pierda. 
Guo le daba la razón a su esposa, él conocía a Liang y sabía que ella no era de las personas que se ponían hablar o meterse en la vida ajena. 
-Solo espero- comentó Liang -que Ru Hen siga practicando la escritura, estaba muy avanzado en las clases y que logre en el futuro seguir dibujando y pintando.
Pero Liang ignoraba que en la mente del pequeño Ru Hen había sembrado la semilla de la inquietud con respecto a su arte y a la escritura, el niño se sentía cada vez más seguro de lo que quería ser en el futuro y siempre recordaría las palabras de su maestra. 
El tiempo pasaba muy rápido, Bao crecía y estaba dejando atrás la niñez para convertirse en una graciosa adolescente. Todos decían que era el vivo retrato de su madre.
Bao estudia ya la secundaria y leía las historias y poemas en chino del libro de su madre, pronto cumpliría los quince años y entraba a una nueva etapa de la vida. Liang quería celebrar sus quince años pero primero quería saber que es lo ella deseaba.
Por otro lado pensaba en sus hijos y en la edad que ellos cumplirían en su hogar :Tian y Zhao, estaban  por convertirse en adultos. Sus hijos serían jóvenes adultos. 
CONTINUARÁ.    
   

domingo, 17 de diciembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

Una semana había pasado desde que Xue amiga de Liang comenzó sus clases de escritura y lectura.  Todas las mañanas llegaba puntual para comenzar sus clases. 
Liang le explicaba a Xue con paciencia que es lo que debía hacer. Ella sabía que era diferente enseñar  a escribir a un adulto por primera vez  que a un niño, los métodos que se utilizaban eran diferentes.  
Pero existía una gran diferencia, Xue quería aprender y ponía todo su empeño en cada lección, en cada ejercicio que Liang le indicaba para dominar la escritura. 
Ella se de daba cuenta de esto y la felicitaba, entre las dos amigas surgió una  sincera amistad, pero así como una enseñaba a escribir, Xue también enseñaba a Liang todos los secretos de las yerbas curativas y como preparar todo tipo de infusiones para cada dolencia, todo tipo de emplastos para tratar la piel lastimada, ella conocía los secretos de cada una de las plantas, conocimiento  aprendido de su madre que dominaba el arte de la medicina natural desde sus tiempos en China. 
Liang estaba sorprendida de todo lo que sabía  Xue de como utilizar cada una de las plantas curativas. Si Liang tenía alguna molestia o dolor,  Xue de inmediato le indicaba:
-Liang, toma infusión de mejorana para que tengas una mejor circulación o prepara con la caléndula un emplasto para la piel inflamada- y así cada día le daba los nombres de plantas para aliviar cualquier dolencia. 
Liang en un cuaderno anotaba con cuidado lo que su amiga le indicaba. En las últimas semanas no se comenzaba a sentir bien, solía sufrir de estados de depresión con los que ella luchaba para estar mejor.   
La mañana anterior Xue le explicaba a Liang que al día siguiente no iba asistir a las clases porque era el santo de su madre y quería prepararle un  almuerzo familiar, ella se disculpó por esta falta.  
Al día siguiente como Xue no estaba para sus clases, Liang se dedicó a limpiar la vitrina en la sala, mientras sacudía con cuidado cada adorno miraba con admiración  las figuras de fina porcelana que le obsequiara Guo en navidad, eran delicadas figuras de Lladró, que a ella le gustaban tanto.  
Terminó pronto el trabajo de limpieza y se preparó como siempre para sus clases de la tarde con los niños. En esto, su hija Bao estaba muy avanzada y ya casi leía sin problema la escritura de signos, ella fue su primera alumna. 
Liang pensaba, pronto Bao iría a la escuela primaria porque ya cursaba el ultimo año de jardín, ella comentó en voz alta -el tiempo pasa tan rápido, ayer solo era una bebe y ahora es una niña que ira  al colegio.  
Sábado en la mañana en la casa de la familia Tan Choi, Guo comentó con Liang: 
-Hablé con nuestro abogado sobre la idea de poner todos las propiedades a nombre de Bao y él me comentó que esto no era conveniente porque existían- y aquí Guo guardó silencio iba a decir que existían otros herederos pero no quiso hablar más por no hacer recordar a Liang sobre sus hijos Tian y Zhao...Liang se dio cuenta de eso y contestó:
-Crees que no me di cuenta lo que tratas de callar, piensas acaso que puedo olvidar a mis hijos. Estás equivocado y el abogado tiene razón no podemos declarar como única heredera a Bao porque sus hermanos existen y están en algún lugar. 
Guo no tenía palabras que decir, sabía que eso le causaba un gran dolor a Liang y a él mismo. 
No  saber nada de los niños era una herida    
muy profunda para los dos. Al final   agregó:
-El abogado me aconsejó hacer un testamento donde nombro como herederos a los tres hijos.
Después de decir esto  Guo se despidió y fue a la tienda para un día normal de trabajo. 
La tienda lo absorbía por completo, tenía que estar atento al más mínimo detalle y a la organización de la misma en cuanto a la mercadería y atención al publico. 
En los últimos años él había hecho crecer el negocio y tenía cada día más responsabilidades.
Con respecto a las clases que impartía Liang, las madres de los niños estaban felices de ver el avance de sus hijos y querían agasajar a Liang pero ella les comentaba que no era necesario que los únicos que debían ser agasajados eran los niños porque era su esfuerzo, al final quedaron en hacer una pequeña fiesta para la profesora y alumnos.
Las semanas se sucedían una a otra y una mañana mientras Liang terminaba de dar clases a Xue, llegó de visita Jun con el diario de la colonia en la mano, había una noticia que todos en la comunidad sorprendía. 
La familia Chan Hu se iba del país, habían vendido sus pertenencias y el próspero negocio de ferretería y se mudaban. 
Jun comentaba -Liang imagínate la familia Chan Hu se va, ellos tienen muchos años en esta ciudad, se puede decir que fueron los primeros en abrir un negocio propio...dicen que se van a Taiwan porque el padre de familia tiene un hermano en ese país. Otros sin embargo comentan que han estado recibiendo amenazas porque en realidad el hermano es un disidente político en contra del gobierno.
-Asegurar eso es grave- comentó Liang -todo sabemos las consecuencias de algo así, los pueden perseguir a donde vayan.
Xue escuchaba a las dos amigas y se unió a la conversión -lo triste es que se van y cierran su negocio para empezar de nuevo en otro lugar, nosotras sabemos lo que cuesta comenzar de cero.    Las tres mujeres estaban de acuerdo y lamentaban la situación de la familia Chan Hu.     
Los tiempos cambiaban radicalmente, ya nadie podía vivir en paz aunque los separe un océano de distancia.           

El calendario también se confabulaba y no daba tiempo a lamentos, las semanas y los meses pasaban, las celebraciones de las fiestas en la comunidad china se festejaban y los cumpleaños en la casa de la familia Tan Choi se celebraban. 
Al final de ese año, los niños terminaban sus lecciones de escritura y ya sabían leer y escribir. 
Xue también terminaba las lecciones, cada alumno llegaba a la casa de Liang con un regalo para la profesora que  nunca había cobrado un centavo por impartir las clases.
Liang nunca quiso recibir dinero por enseñar a los niños,  primero y daba gracias a Dios por ello, no lo necesitaba y segundo la felicidad de enseñar era para ella un gran pago, recibir de los niños su alegría y entusiasmo era suficiente.  
Cuando con su hija Bao y Guo visitaban el campo donde tenían la siembra de cultivos Liang no podía evitar recordar a sus hijos, ellos estaban siempre presentes y además recordaba a su familia de la que no tenía noticias. 
En muchas ocasiones había enviado cartas tras cartas y no recibía respuesta, sabía que era por la situación que se vivía en su país, pero el no saber nada de sus padres y hermano la preocupaba, trataba de distraerse viendo la felicidad de su hija al correr por el campo llamándola en voz alta ¡mamá! ¡mamá! para mostrarle con una sonrisa un tomate que había cosechado.
Liang pensaba que hubiera sido mejor no salir nunca de China, de esta manera todos hubieran estado juntos, viviendo una vida serena en el campo lejos de tantos problemas y había que decirlo...lejos de tanta tragedia.

CONTINUARÁ          


domingo, 10 de diciembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

La celebración de navidad había llegado y en cada hogar de la ciudad  celebraban la fecha.  En la casa de la familia Tan Choi era un un día normal, pero eso no significaba que ellos no guardaran respeto por la celebración de navidad que para los demás era importante. 
Al día siguiente de la nochebuena, en la casa de la familia Tan Choi, esperaba la pequeña Bao los regalos  que sus padres le hacían en esta fecha.  
Con una sonrisa en los labios la pequeña abría cada caja, llena de felicidad e inocencia que solo un niño puede tener. Cada regalo era una sorpresa y una alegría.
Ese día de navidad la familia se quedaba en casa, los negocios estaban cerrados, era una gran celebración familiar. Bao jugaba con sus juguetes nuevos mientras sus padres la observaban.
Dos días más tarde y pasada ya la celebración de la fiestas.  Jun amiga de Liang la visitaba en su casa, ellas conversaban de  temas familiares, a Jun le preocupaba la salud de su amiga por eso le comentaba:
-Liang en nuestra comunidad hay varias madres que están interesadas en que sus hijos aprendan el idioma chino, ahora que saben que tu eres profesora desean preguntar si puedes enseñarles.
Jun hacía esto para que su amiga se distraiga un poco y pueda por un momento olvidar su dolor. 
A Liang el comentario de Jun le agradó, a ella le gustaba enseñar y sería muy feliz  tener algunos alumnos. La mesa del comedor era lo suficientemente grande para tener dos o tres alumnos más aparte de Bao, por eso aceptó la sugerencia de su amiga y una semana más tarde recibía en su casa a dos pequeños alumnos que eran de la misma edad de Bao. 
Liang agradecía a Jun por su idea de enseñar a otros niños, esto mantendría su mente ocupada y al menos los niños llenarían la casa de alegría con sus voces, dos horas al día. 
Cuando Liang comentó a la hora de la cena con Guo que tendría algunos alumnos, él estuvo de acuerdo, todo lo que era importante para su esposa era bien venido.
Guo por otro lado se dedicaba a su trabajo en la tienda; la campaña de navidad había sido agotadora pero el saldo era favorable, las cuentas estaban en números azules. 
En un exitoso empresario se había convertido Guo y para lograr esto él sabía que debía tener orden y disciplina en los negocios como en su vida personal. Siempre se levantaba al amanecer para respirar la tranquilidad de la mañana y esperaba con ansiedad la hora en que Liang y Bao se levantaran para compartir con ellas el desayuno. 
Había en la vida de Guo una actividad que disfrutaba mucho y a la que solo podía dedicarle el día domingo que era su único día libre. Esta actividad se desarrollaba en una parcela en el campo a las afueras de Lima.  
La familia de Guo por generaciones habían sido agricultores, él llevaba en sus genes el amor por la tierra, el amor por el campo, conocía todos los secretos de la agricultura.       
Para el no había mayor felicidad que sentir la tierra en sus manos y ver como crecían los cultivos, no podía negar al agricultor que latía dentro de él.  
En su parcela sembraba todo tipo de verduras y alimentos de pan-llevar, tenía algunos empleados que cuidaban  y lo ayudaban con los cultivos cuando él no estaba. 
Algunos domingos llevaba a Liang y a Bao para que disfruten de un día de campo y vean como se desarrollaba el cultivo. 
Esto lo llenaba de satisfacción y le hacía recordar la vida que llevaba en su lejana provincia al norte de China.
A pesar de toda esta satisfacción, Guo llevaba siempre un lamento en su interior, un lamento que callaba que guardaba, éste era la ausencia de sus amados hijos e imaginaba lo feliz que serían los pequeños jugando en este campo de cultivo.  
Él continuaba con la búsqueda  de sus hijos, contrató a un investigador privado para que lo  ayude.  Muchas veces éste se encontraba con una pared cerrada, los caminos de la búsqueda eran complicados debido a la situación política de China.  
Guo se presentó varias veces en la embajada de su país pero era lo mismo, ellos no podían hacer nada sobre su caso, ni podían darle alguna información y para completar el cuadro poco alentador la embajada tenía la orden de guardar silencio con respecto a su realidad.  Las noticias que llegaban  por los canales internacionales no eran buenas. 
El nuevo régimen que gobernaba China desde hace algunos años había tomado el poder absoluto del país. Mao Tse-Tung era el nuevo gobernante y dirigía el destino del país con mano de hierro, nadie podía oponerse a su mandato y el que lo hacía era encarcelado. 
China vivía tiempos nuevos, según la propaganda, pero había mucha gente que temía al nuevo régimen 
Para subir al poder Mao Zedong que era su verdadero nombre había combatido al general nacionalista Chiang Kai-Check en cada lugar y provincia, éste había subestimado las fuerzas populares de Mao Tse-Tung y ese fue un grave error.  Mao Tse-Tung contaba con la fuerza campesina y popular que derrotó al general. China en esos años vivió una guerra civil que terminó con el triunfo popular de Mao Tse-Tung. 
Mao Tse-Tung  fue también escritor y poeta, en su haber cuenta con varias obras. Él fue el autor de la revolución cultural y la lucha de clases. 
Nada escapaba a su poder, nada escapaba a sus oídos. Cualquiera podía ser acusado de traición y condenado a la pena de muerte o prisión perpetua. Los castigos por enfrentar el régimen eran severos. 
Con ese panorama político ubicar a sus hijos no era fácil. Guo se enfrentaba a un gran muro que no podía cruzar.  Él no quería comentar ésto con Liang para evitar que ella se preocupe y continué  teniendo la esperanza de que su esposo iba a encontrar a sus hijos. Guo le aseguraba todo el tiempo que no pierda la fe,  él los iba ha encontrar  aunque le lleve  una vida.
Dentro de la comunidad china en la ciudad circulaba un diario escrito en su idioma por medio del cual los ciudadanos chinos leían y se informaban de las noticias dentro de la comunidad y las noticias de su país. Este diario en cuanto a  la información sobre la situación política en China era moderado, se cuidaba al dar las noticias, tal vez era el temor de ser alcanzado por el brazo del gobierno de su país.  
Por esa vía los ciudadanos residentes en la ciudad no podían enterarse sobre la verdadera situación del país ni de las familias que habían quedado en China.                 

Cada día esta situación desanimaba a Guo no era fácil pero no se rendía, seguía buscando información sobre sus hijos para tenerlos de regreso con la familia. 
Las semanas pasaban  y Liang continuaba dando clases por las tardes a sus nuevos alumnos, los niños aprendían con facilidad, ellos con sus pinceles y tinta seguían las indicaciones de la maestra que les enseñaba con dedicación.    
Las amigas de Liang llegaron a su casa una tarde de visita, querían felicitarla por la buena idea de enseñar a otros niños, sobretodo si ella era profesora y sabía como hacerlo.
Una mañana mientras Bao estaba en clases en una escuela regular de la ciudad,  Liang estaba sola en la casa  quiso entrar a la habitación de sus hijos que siempre estaba cerrada, su intento fue en vano no pudo hacerlo, se quedó paralizada frente a la puerta  era demasiado intenso su dolor.  
Con tristeza caminó hasta su habitación  y frente a las fotos de sus hijos lloró recordando la alegría de los niños. 
Liang recibió una tarde despues de terminada la clase con los niños, la visita repentina de una de las amigas de la comunidad, ella no era muy cercana a Liang pero si se encontraban en algún lugar o reunión siempre se saludaban, esta amiga se llamaba  Xue. 
Liang la invitó a pasar, le causó sorpresa su visita, las dos amigas conversaban amenamente hasta que en un momento  Xue le confesó su secreto a Liang con la promesa que ella no se lo cuente a nadie, porque esto le causaba vergüenza y limitaba todos los aspectos de su vida. Xue sabía que podía confiar en Liang, ella era una persona discreta. 
Xue comentó  -Liang quiero contarte un secreto que solo mi familia conoce- guardó unos segundos de silencio y luego continuo -yo no se leer ni escribir, esto siempre me ha hecho sentir vergüenza y  ha limitado mi vida. Quiero preguntar si tu puedes enseñarme, quiero aprender.
Liang no se sorprendió con la confesión de su amiga, sabía que en China todavía existían muchos adultos que no habían podido ir a la escuela por diversas circunstancias, Xue no era la única ni la primera. Ella con gusto aceptó enseñar a su amiga y contestó -no te preocupes tu secreto está seguro conmigo , dime cuando quieres comenzar. 

CONTINUARÁ   
    
       
     

domingo, 3 de diciembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

Mientras la pequeña Bao aprendía las lecciones que su madre Liang le enseñaba todas las tardes en el comedor familiar; en la casa solo se encontraban ellas dos. 
Guo el padre de Bao estaba en la tienda trabajando todo el día. 
Liang se detenía por momentos para observar con amor a su hija  mientras ésta hacía los ejercicios de escritura que ella le indicaba. Liang pensaba que Bao estaba creciendo muy rápido, su hija era la única alegría. 
Liang nunca dejaba  de recordar a sus hijos Tian y Zhao, tenía la esperanza de saber algún día donde estaban o que había pasado con ellos. Esta era una situación que le causaba, sufrimiento y dolor.  
Liang recordaba a la abuela Xia He y la tristeza que le causó al no ayudarla para proteger a sus hijos, nunca pudo comprender su actitud. Ellas siempre se habían llevado bien. La abuela la ayudó a criar a Tian y Zhao pero llegado el momento de la terrible decisión  se puso del lado de su esposo, el patriarca Huan Yue y su vida se convirtió en una terrible oscuridad.   
¡No!...no podía perdonar a sus suegros, era imposible olvidar lo sucedido a pesar que ya habían pasado algunos años. Ella jamás olvidaría la tragedia ocurrida a  sus hijos.  
Las amigas más cercanas de la comunidad China cuando se enteraron de lo sucedido a Liang la visitaron en su casa para apoyarla, pero ella con mucha serenidad agradeció su visita y les rogó su comprensión. Liang necesitaba estar sola, no podía hablar con nadie, no deseaba ver a nadie. Las amigas se retiraron lamentando su situación y le ofrecieron su apoyo.
Solo a una de sus amigas le permitió acercarse, unos días más tarde se llamaba Jun, para ella era como una hermana. Liang se apoyo en Jun para hablar de su dolor y de sus pequeños que tanto extrañaba. 
Jun la escuchaba en silencio, se daba cuenta que el dolor estaba afectando la salud de su amiga, por eso le decía  -Liang debes tratar de sobreponerte, es difícil lo sé pero tienes que hacerlo porque sino  te vas a enfermar, piensa en tu hija Bao, ella te necesita. 
Liang escuchaba a su amiga y agradecía sus palabras, sabía que tenia razón, ella tenia que sobre ponerse.  
Liang pocas veces visitaba la tienda pero ese día era sábado y había decidido llevar a su hija a ver  las vitrinas con la decoración de navidad y los nuevos artículos que habían llegado. La tienda estaba repleta de novedades. 
Cuando Liang y su hija llegaron a la tienda, las vitrinas que daban a la calle estaban con luces de colores  y adornos navideños.  La pequeña Bao miraba deslumbrada la bella decoración, las vitrinas estaban decoradas para llamar la atención del público e invitarlo a pasar a la tienda. 
Bao no dejaba de preguntar a su madre por cada adorno, por cada luz que llamaban su atención, el gran árbol de navidad colocado en el centro de la tienda era deslumbrante. La tienda lucia adornada con regalos en cada rincón.  
La familia Tan Choi no celebraba la navidad, ellos tenían sus propias costumbres pero a su hija Bao al día siguiente de navidad siempre  le entregaban sus regalos para que ella no se sienta diferente a los demás niños que jugaban con sus nuevos juguetes. 
Guo no sabía que Liang vendría con Bao de visita a la tienda, por eso al verlas  se acercó a ellas para enseñarles las novedades que recién habían llegado.  
El padre Guo tenía para su hija un regalo, era una muñeca pero aparte de esto tenía otros regalos que se los daría al día siguiente de navidad.  
Bao abrazaba  la muñeca que le dio su padre, mientras al lado de su madre recorrían la tienda. 
Guo explicaba a Liang cada detalle, cada artículo y cada regalo. La tienda relucía de  brillo y color, la decoración había quedado perfecta para la celebración de esas fiestas.  Los empleados al ver a Liang y a su hija la saludaban, ellos muy poco la veían en la tienda.   
El público cada día repletaba el establecimiento para comprar sus regalos, faltaban poco días para celebrar la noche de  navidad. 
El trabajo en la tienda en esos días, era el doble de un día normal.
Después de pasear por la tienda y ver  todas las novedades,  Liang y su hija regresaron a la casa, era la hora de la cena y mientras Bao jugaba con su nueva muñeca, su madre se encargaba  de preparar la comida. 
Por la campaña navideña, Guo llegaba a su casa tarde, el trabajo lo mantenía ocupado hasta casi la media noche. 
Liang sirvió la cena a su hija y después  la llevó para ponerse la pijama era la hora de dormir. En la cama la niña  le pedía a su madre le cuente un cuento acerca de China.  Liang conocía muchas historias. La pequeña se durmió enseguida para ella había sido un día agitado y lleno de emoción,  la casa quedó en silencio ya no se escuchaba la voz de Bao, ella dormía profundamente.  
Liang camino despacio hasta la sala para no despertar a su hija,  se sentó en su sillón favorito desde donde  podía ver el corredor que llevaba a las habitaciones.  Así como la habitación de los abuelos se mantenía cerrada, también  estaba cerrada la habitación de sus hijos, ni Guo ni ella se atrevían a entrar, era demasiado fuerte el dolor de ver las camas vacias de sus hijos, sus juguetes o su ropa. 
En algunas ocasiones Liang   podía sentir las voces de los niños que la llamaban para pedirle que le cuente alguna una historia de las que ella conocía muy bien.   
Era la mañana del día lunes, Guo en su oficina de la tienda miraba sobre su escritorio, unas delicadas piezas de fina porcelana que sabía que a Liang le gustaban, ese sería su  regalo, se lo daría al día siguiente de navidad, a pesar de la distancia que existía entre  ellos,  él quería tener  ese detalle con su esposa.  
Guo miraba las piezas de arte, sobre su escritorio y recordaba el tiempo y su vida en China, las  tierras de su familia y los cultivo. Se acordaba como  había conocido a Liang. Ella era profesora de la escuela, en el campo muy cerca a las tierras de la familia de  Guo. 
Sin que Liang se diera cuenta, Guo la esperaba cada mañanas para verla pasar, su graciosa y delicada figura era inconfundible.   Para él,  Liang era una delicada flor del campo. 
Liang enseñaba a los niños de los alrededores, era la nueva profesora en esa provincia su familia vivía en la ciudad de Taipei. Liang era citadina pero se había acostumbrado muy rápido a la tranquilidad del campo.  
Un día Guo se presentó en la escuela para regalar a la nueva profesora una canasta con verduras frescas que su familia cultivaba en sus tierras, ese era un pretexto para acercarse a ella, conversar conocerse y luego invitarla a salir. 
Liang al principio no sabía como tomar el regalo de Guo, pero no quería ser descortés y lo aceptó. 
Las visitas de Guo a la escuela con algún pretexto eran cada vez más seguidas, de esta forma se fueron conociendo, hasta que un día Guo invitó  a Liang a salir, ella aceptó, los dos  eran amigos y podían conversar de diversos  temas. 
La timidez, las reservas de Liang habían dado paso a la amistad. Los dos paseaban por el pueblo o por el campo, Guo semanas más tarde llevó a Liang a conocer a su familia. Él patriarca Huan Yue y la abuela Xia He al conocerla la aceptaron de inmediato, estaban felices que su hijo la hubiera escogido. El cortejo de Guo duró un año y al final de éste le pidió matrimonio, Liang aceptó. Los dos estaban enamorados y sentían que el mundo les pertenecía. 
Para Guo, Liang era como una  suave brisa de primavera y Guo para Liang era fuerte como un roble. 
Los dos se casaron con el beneplácito de ambas familias que les deseaban todo el bienestar del  mundo, riqueza y salud.                  
Unos meses después de la boda sucedieron una serie de acontecimientos que obligaron a la familia Tan Choi a emigrar a las Américas. 
Con el dinero que tenían ahorrado y con la venta de sus tierras se embarcaron a la aventura de una nueva vida en un nuevo mundo. Las Américas representaban para ellos nuevas oportunidades y metas.
De pronto tocaron la puerta de su oficina, ésta se abrió y los recuerdos en China de Guo se desvanecieron, uno de los empleados lo buscaba. 
-Señor, aquí tiene el reporte de las ventas que ha solicitado, lo puso sobre el escritorio con  cuidado para no golpear ninguna de las piezas de porcelana. 
Guo miró las hojas del reporte pero antes pidió al empleado que lleve las delicadas piezas para  ser envueltas con cuidado en una caja forrada de terciopelo azul, ese era el regalo de navidad para Liang. 
El empleado se llevó las finas piezas y se retiró. Guo examinaba el reporte de ventas, estas habían subido más de lo esperado. 
La campaña de navidad estaba siendo un éxito, eso era un buen augurio, aunque su felicidad no podía ser completa y menos en esas fechas ¿cómo podía celebrar si sus amados hijos no estaban con él?, no podía abrazarlos, no podía entregarles los regalos. 
Guo seguía buscando a sus hijos, hasta ese momento no había hallado  respuestas,  tampoco sabía nada del resto de su familia al otro lado del océano.  Las noticias internacionales que llegaban  sobre la situación política en China no eran nada favorables. 
Esto le causaba un gran pesar, veía a Liang que estaba afectando su salud, los dos tenían a su hija Bao y querían también tener de regreso a sus hijos Tian y Zhao. Para que su felicidad fue sea completa. 
CONTINUARÁ    


      


domingo, 26 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

El tiempo había transcurrido la navidad estaba cerca. En casa de la familia Tan Choi todo era silencio, ellos no tenían motivos para celebrar.
Guo había asumido la dirección del negocio familiar desde antes que su padre, el patriarca Huan Yue falleciera. Los últimos días de vida de  su padre fueron difíciles.
Eran las cinco de la mañana todo estaba en silencio y en  el comedor se encontraba Guo planificando cómo tenía que realizar la campaña de navidad en la tienda. Varios meses antes mando hacer pedidos de mercancías nuevas a sus proveedores comerciales para surtir la tienda con novedades, esperaba la llegada del barco con un gran cargamento desde Panamá. 
Sus pedidos provenían de Europa y de Taiwan, perfumes, colonias, finos jabones perfumados, delicadas blusas bordadas a mano para las damas y novedades para los caballeros. Adornos de fina porcelana, juguetes para los niños y cientos de objetos útiles para el hogar. 
Todos sus pedidos eran fantasía fina y delicada según sea el caso. Guo sabía que mantener la tienda con novedades siempre atraía al publico para comprar, además de surtir la tienda, tenía que supervisar la decoración navideña en las vitrinas para hacerlas más atractivas. Todo esto era un gran  trabajo pero no se quejaba él seguía adelante.  
Ese mismo día, Guo tenía que resolver un problema administrativo sobre el negocio  y para ello tenía que buscar entre los documentos que guardaba su padre en una caja fuerte de la habitación. Esta se encontraba con la puerta cerrada, nadie entraba en la habitación.  
Era mejor terminar su desayuno para buscar los documentos que necesitaba, apuro el último sorbo de café que quedaba en la taza y se dispuso a entrar a la habitación, caminó hasta el corredor y se paró frente a la puerta, él hacia mucho tiempo que no entraba, era un lugar donde no deseaba estar. Respiró hondo y abrió la puerta. Sabía que era inevitable, los recuerdos se juntaron en su mente, veía la figura de su padre sentado en un sillón frente a la ventana, se sentía  lleno de culpa y en su rostro había una expresión de dolor. El abuelo podía pasar horas en ese lugar sin moverse.
Guo y su padre habían hecho lo imposible para averiguar el paradero de los niños  Tian y Zhao.  Fueron muchas veces a las oficinas de la naviera, en la administración no sabían nada, su barco había sido confiscado por el nuevo gobierno y no tenían noticias del paradero de los niños. 
Visitaron varias veces la embajada de China y era la misma situación, no podían darles ninguna información, la orden era el silencio.        
A su familia en China le enviaban muchas cartas y siempre igual, no recibían respuesta. 
Después de dos años de búsqueda infructuosa, el abuelo enfermo gravemente, la piel de su cuerpo se había tornado de color amarillo intenso y pedía a cada instante hablar con su nuera Liang, madre de los niños, pero ella nunca se acercó a su lecho, no deseaba verlo ni hablar con él, era demasiado el dolor que sentía. 
Guo se movió en la habitación de sus padres ya no quería recordar pero de pronto escuchó la voz de su madre que le pedía perdón por lo ocurrido a sus nietos. Ella también había muerto, fue un años después que su esposo el patriarca se había ido. La madre Xia He se lamentaba profundamente y le decía  -Hijo, tu padre y yo no sabíamos que iban a ocurrir estos  acontecimientos en China, todo fue una lamentable coincidencia, una terrible tragedia. 
Los recuerdos de Guo eran dolorosos y mortales, por eso no le gustaba entrar a esa habitación, no podía perdonar a sus padres por lo ocurrido, pero sobretodo no podía perdonarse el mismo de no haber detenido a su padre, en su trágica decisión. 
Guo seguía buscando a sus hijos no perdía la esperanza de encontrarlos. Al otro lado del océano el país seguía cerrado y era difícil tener noticias, habían pasado algunos inviernos desde la partida de sus amados hijos.        
Buscó la caja fuerte de su padre, era mejor detener los recuerdos que llenaban su mente de dolor y culpa, encontró el documento que necesitaba y salio de la habitación, cerró la puerta con llave. Siempre estaba así y solo una vez por semana entraba la señora de la limpieza para arreglar y asear, nada se había movido en mucho tiempo cada mueble ocupaba el mismo lugar.
La situación de la familia Tan Choi era comentada en voz baja por la comunidad china de la ciudad, todos murmuraban su trágica situación pero nadie decía nada. En su momento todos asistieron al entierro del patriarca Huan Yue para dar el pésame, después de todo, él había sido un miembro sobresaliente de su comunidad y lo mismo fue en el caso de la abuela Xia He, todos  lamentaban su muerte.   
Liang ya se había levantado cuando encontró a su esposo saliendo de la habitación de sus padres, ella debía  preparar el desayuno de su pequeña hija Bao que ya tenía cinco años y pedía su desayuno, la niña tenía hambre.                
 Bao al ver a su padre Guo, corrió a sus brazos, él amaba profundamente a su hija, era su estrella y lo único que le quedaba. Con su esposa Liang hablaba lo indispensable, ella solo se dirigía a él para 
tratar temas puntuales con respecto a su hija, a la casa o las compras que eran necesarias, después de esto no habían más palabras entre ellos, era como si el amor se hubiera congelado para los dos. 
Liang no podía perdonar a su esposo por no actuar y defender a sus hijos,  Guo no podía culparla de tener estos sentimientos hacia él.
Liang había defendido a sus hijos hasta el final pero no pudo vencer el muro y la decisión del abuelo.
Abrazado a su hija le preguntaba como había dormido y ella le contestaba que bien. 
Bao compartía la habitación de su madre y su padre dormía en otra habitación, de esta manera transcurría la vida dentro de la casa de la familia Tan Choi.
Mientras esperaba el desayuno para su hija, Guo comentó a Liang los planes que tenía para la tienda y algunos trámites que iba a realizar. 
La idea que tenía desde hace un buen tiempo era poner a nombre de Bao todas las propiedades y la tienda en caso de que a ellos les ocurra algo, Liang estuvo unos segundos y luego contestó:
-Haz lo que tengas que hacer pero consulta primero con un abogado, recuerda que ella no puede firmar ningún documento en caso se necesite hacer algún trámite, ella es menor de edad.
Guo le comentó que iría a su abogado para buscar su consejo legal.
Bao asistía al ultimo año de jardín en una  escuela cerca a su casa. Al año siguiente comenzaría la enseñanza primaria en un colegio regular de la ciudad pero Liang como parte de su educación, desde unos meses antes con mucha paciencia y dedicación le estaba enseñando a su hija a escribir y leer en chino. La pequeña hablaba con su padres el idioma de sus ancestros, por eso la escritura y lectura no eran extrañas para ella.
Liang en su provincia natal, de China había sido profesora rural en una escuela en el campo, ella sabía como enseñar a los niños la escritura y lectura. La pequeña Bao aprendía de su madre las historias, lecciones y escritura, era una niña despierta e inteligente que aprendía rápido los signos de la escritura china... 
CONTINUARÁ   
    

domingo, 19 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

Liang se dio cuenta que por la actitud agresiva del patriarca, no debía insistir. Se retiró del comedor para ir a su habitación. Las lágrimas caían por su rostro, ella no quería darse por vencida, se trataba de sus hijos y por ellos haría todo. 
Mas temprano esa mañana los pequeños Tian Y Zhao se habían ido al colegio.
Liang espero una hora pacientemente hasta que Guo y el patriarca Huan Yue, partieron para abrir la tienda.   
En la casa quedaron solo las dos mujeres la abuela Xia He y Liang entonces ésta salio de su habitación para buscar a Xia He, abuela de sus hijos. la encontró en la cocina preparándose un té, Liang fue directa y sin rodeos le dijo:
-Madre, usted siempre ha sido buena y comprensiva conmigo y sé que quiere profundamente a mis hijos, sus nietos Tian Y Zhao, porque ahora me da la espalda y no me apoya para impedir que el patriarca mande a los niños de regreso a China...le suplicó, ayúdeme por favor.
La abuela Xia He no se alteró y con voz pausada contestó:
-Mi esposo el patriarca, sabe siempre lo que es mejor para la familia y en este caso lo apoyo completamente. Los niños no se irán para siempre, ellos van a regresar. El tiempo pasa rápidamente. Tú tienes que aceptar las palabras de mi esposo. No quiero hablar más del tema.
La abuela Xian He fue cortante y fría, no estaba dispuesta a contradecir a su esposo. 
Liang sentía que su mundo se desmoronaba, sus palabras no eran escuchadas, su opinión no importaba y para su horror, Tian y Zhao partirían pronto a China.
Volvió a insistir pero Xian He le dio la espalda y salio de la cocina. Las lágrimas de Liang no se detenían, se desespero¿como haría para impedir ese viaje?
Los días pasaban en el calendario y Liang insistía  con su esposo para que hable con su padre Huan Yue y detenga el viaje de los niños, pero ella ignoraba que a sus espalda todo estaba arreglado, los niños partirían, los pasajes en barco estaban comprados...no había nada que hacer.
La fecha del viaje llegó, la noche anterior los niños fueron separados de su madre por el patriarca Huan Yue y llevados a otra lugar para hablar con ellos y prepararlos para su travesía en barco. 
Liang, madre de los niños no podía comprender esta decisión, ella rogó, lloró  y suplicó pero no fue escuchada. Sus hijos la mañana del viaje partieron al puerto con su abuelo Huan Yue y su padre Guo. Todo estaba listo, la madre quedó   
encerrada en su habitación hasta que se calme.
Tian y Zhao los niños fueron embarcados y encomendados a las autoridades del barco. el abuelo pagó una fuerte suma de dinero para que sus nietos fueran bien cuidados en la larga travesía.
El barco llegaría al puerto de Dalian en las costas de China, ahí los estaría esperando Jian, hermano del patriarca y tío abuelo de los niños para llevarlos a su provincia que se encontraba en el norte de China.  Todo fue cuidadosamente arreglado y ejecutado. 
En la casa, la madre Liang, estaba en shock, pensaba que a sus hijos no los volvería a ver en mucho tiempo.
Ella quería morir, pero solo su hija la pequeña Bao de seis meses de nacida que dormía tranquila en su cuna  la mantenía en pie. 
Su hija  era lo único que le quedaba para sostenerse con vida. 
Cuando regresaron del puerto el abuelo Huan Yue y su hijo Guo, no se acercaron a la habitación donde estaba Liang, era mejor dejarla sola hasta que comprenda que esa había sido la mejor decisión, los niños crecerían dentro de las costumbres y enseñanzas chinas. 
Liang entró en un estado de mutismo, no hablaba, era una forma de aplacar el dolor que sentía por el viaje de sus hijos, ahora solo se dedicaba a cuidar a su hija y no salia de la habitación.
Guo intentaba  hablar con su esposa para hacerla entrar en razón pero ella no respondía, era en vano tratar de decirle algo, sus palabras se perdían dentro de la habitación, además Liang no quería estar cerca de su esposo. Guo, dormía en otra habitación.
Al otro lado del océano después de varias semanas, el viaje había terminado, el barco llegó al puerto de Dalian, pero en esos días China vivía profundos tiempos de cambio, la revolución de Mao Tse-Tung había avanzado del campo a la ciudad y tomado todos los poderes del estado. Un nuevo régimen gobernaba y desde ese momento China, se cerró para el mundo. 
Los niños Tian y Zhao quedaron perdidos dentro de la inmensidad de ese país, no se sabía nada de ellos.
En Lima la familia se desespero al no tener noticias de los pequeños ni del tío abuelo Jian que los recibiría en el puerto. Sabían que el barco llegó a su destino pero no sabían nada más.
Cuando Liang se enteró de lo ocurrido nadie pudo detenerla, ella le increpó al patriarca en voz alta su desesperación, su dolor y le preguntaba ¿donde están  mis hijos?  Guo su esposo la sostuvo en sus brazos     
para que no cayera al piso, Liang no se detuvo y le dijo al patriarca todo lo que pensaba desde que sus hijos habían partido.
-Tu vanidad y tu orgullo solo han traído desgracia a esta familia y mis hijos han sido víctimas inocentes de tu soberbia- 
Sus palabras fueron aún más duras: -nunca voy a perdonar lo ocurrido con mis hijos, desde hoy para mí no existes y tendrás mi odio eterno.   
La abuela Xia He  juntaba las manos, ¿qué estaba diciendo Liang?, era un horror escuchar hablarle así al patriarca. 
El abuelo no contestó, no tenia palabras que decir, su nuera decía una verdad.  
En los días siguientes, Huan Yue y su hijo regresaron a las oficinas de la naviera para saber si tenían noticias pero nada había cambiado, más tarde se dirigieron a la embajada de China pero ahí tampoco podían informarles nada de lo que sucedía en el país. El embajador fue llamado por sus superiores y no sabían cuando estaría de regreso. 
Huan Yue y su hijo Guo movieron cielo y tierra para tener noticias de los niños y del tío abuelo Jian, el tiempo pasaba y una verdad se abría paso,  Tian y Zhao se encontraban perdidos. 
La familia nunca más volvió a ser la misma, ya no habían risas, ni las voces de los niños, ya no habían fiestas que celebrar. El dolor y la tristeza se adueño de cada rincón de la casa. 
Todos los días y momentos Liang pensaba en sus hijos, el no saber donde estaban la consumía y lo mismo pasaba con el padre y los abuelos.
Huan Yue con el correr de los meses enfermó, se sentía culpable de lo ocurrido con sus nietos, ya no era el mismo, ya casi no iba a la tienda y se quedaba solo en la habitación, sentado en un sillón frente a la ventana por horas. Él sabia que no podían viajar a China, sería en vano, eran tiempos de cambio y tal vez de tragedias en su país. 
La abuela Xia He también pensaba en sus nietos en sus sonrisas y extrañaba la alegría de los niños.  
La familia en Lima no cesaba de escribir cartas y más cartas a su familia en China pero no recibían respuestas. Dos años después de lo ocurrido, el abuelo enfermó y murió pidiendo perdón por sus nietos, Liang nunca estuvo cerca a él y no asistió a su entierro. Ella no quería escucharlo ni darle su perdón. 
La abuela un año más tarde de la desaparición de su esposo también murió y lo mismo, Liang no asistió a su entierro. 
Ella no perdonaba a sus suegros el dolor que sentía por lo ocurrido con sus hijos, era demasiado,  no había día que no pensara en ellos y se preguntaba ¿donde podían estar?   
Su vida se tornó silenciosa, solo conversaba con su pequeña hija Bao que crecía escuchando a su madre hablar de sus hermanos y del fatídico viaje. Veía las fotos de ellos sobre el velador en la habitación de su madre. 
El padre de los niños Guo también sufría, él se culpaba de no haber enfrentado a su padre para impedir el viaje de sus hijos. Se arrepentía pero el tiempo no podía volverlo atrás, era una tragedia que no tenía final. 

CONTINUARÁ     
         
      
      
       



domingo, 12 de noviembre de 2017

EL VIAJE DE REGRESO

El frío invierno se comenzaba a sentir en la ciudad. Lima se preparaba para un invierno muy frío según se escuchaba en las noticias.
Los días grises y oscuros se presentaban cada vez más seguidos. 
En la casa de la familia Tan Choi también se  preparaban para el invierno, aunque ellos estaban acostumbrados a unos inviernos muy fríos, con temperaturas de hasta cero grados.
La familia Tan Choi era una familia de emigrantes que habían llegado a nuestra ciudad desde muy lejos, desde China. Ellos habían cruzado medio mundo en busca de un nuevo horizonte y nuevas oportunidades. Para ellos los inviernos de Lima eran suaves como una primavera, no se comparaban a los terribles inviernos de su provincia en el norte de China. 
La familia estaba conformada por el abuelo y patriarca Huan Yue  por la abuela y esposa del patriarca Xia He, el hijo de ambos Guo, la nuera y esposa de Guo, Liang madre de dos niños y nietos del patriarca con los nombres de Tian y Zhao y por último una niña pequeña de seis meses de nacida llamada  Bao.
La familia con mucho trabajo consiguió realizar su sueño de tener un negocio propio, este era una tienda, un gran bazar donde se vendían todo tipo de artículos para el hogar,  regalos y ropa para damas y caballeros. 
La tienda era un comercio próspero y se había convertido en un negocio muy conocido. Los habitantes de la ciudad la visitaban para comprar regalos y otros objetos.
La familia en su país habían sido agricultores, cultivaban la tierra y conocían todos los secretos milenarios de los cultivo en su provincia natal al norte de china.
En el fondo ellos extrañaban las grandes extensiones de los campos de arroz,  llevaban en su interior el amor por la tierra que habían dejado para viajar a nuestro país.
La familia Tan Choi era muy apegada a sus costumbres y tradiciones y eran los mayores los que mandaban, en este caso el patriarca Huan Yue era el que ordenaba y dirigía el destino de su familia y el negocio. Su palabra no se discutía, sus ordenes se obedecían.  
La familia de puertas hacía adentro, en el hogar, vivían y celebraban sus costumbres y sus fiestas como si estuvieran en China.  
El tiempo había transcurrido, los años habían pasado y los dos pequeños niños y nietos tenían para ese momento diez y doce años de edad respectivamente. 
Huan Yue el patriarca, observaba a sus nietos como habían crecido, los miraba  en silencio, se sentía preocupado porque desde hace algún tiempo               
los niños asistían a una escuela regular en la ciudad y eso no era de su agrado.  
Sin que nadie lo supiera, el patriarca había estado organizando ciertos planes que la familia ignoraba pero que pronto él les comunicaría.
Las celebraciones del año nuevo chino se acercaban, la familia se preparaba a celebrar, habían risas, cantos especiales y costumbres de su tierra. 
La tienda fue adornada con discreción para celebrar la fiesta de año nuevo chino, en su país el calendario en años, era diferente al nuestro. 
En la casa de la familia Tan Choi se celebró con algarabía la fiesta y dos días después de terminadas la celebración,  el patriarca pidió que esa noche se reúna la familia porque tenía algo importante que anunciarles.
Todos se quedaron sorprendidos, ¿de qué quería hablar el patriarca Huan Yue? 
La noche había llegado y el día de trabajo terminó. En el comedor de la casa la familia estaba reunida pero solo eran  los adultos, los niños ya se habían ido a dormir. En la mesa estaban Huan Yue, la abuela Xia He, el hijo Guo y su esposa Liang, estos tres observaban al patriarca y se preguntaban que les iba a comunicar,  cuál era la noticia que con tanta gravedad había convocado para esta reunión.
Todos en silencio esperaban las palabras del abuelo, este con la expresión y el tono grave en la voz dijo: 
-Estamos aquí reunidos porque quiero comunicarles que, viendo a mis nietos Tian y Zhao, ya crecidos y en edad de recibir la educación y costumbres de nuestro pueblo, he decidido mandarlos de regreso a China, a la casa de mi hermano, ahí vivirán y recibirán la educación necesaria para su formación dentro de nuestras tradiciones y cuando sean adultos regresar con nosotros. 
Los demás miembros de la familia en la mesa reunidos, quedaron en silencio los primeros segundos. La madre de los niños Liang no sabía como reaccionar, lo que había escuchado la dejó paralizada, sus hijos se irían a China ¿qué estaba diciendo el patriarca? Ella quiso intervenir pero no podía hacerlo, no estaba permitido contradecir al patriarca Huan Yue. 
La abuela Xia He, dijo unas palabras para apoyar a su esposo, él tenía razón los niños debían crecer y  hacerse adultos en China.
El hijo de ambos, Guo intervino -Padre cómo vas a enviar a mis hijo tan lejos, ellos pueden crecer con nosotros y aquí recibirán la educación que necesitan, ellos crecerán con nuestras tradiciones. 
La madre de los niños Liang comenzó a llorar, sus hijos no podían irse, no podían separarlos de su madre, sin ellos...Liang moriría.
Las palabras del patriarca eran fuertes, él había dado la orden y se tenía que obedecer. No podían contrariarle, ni protestar. 
         
-Los niños no pueden seguir estudiando en esta ciudad, ellos están recibiendo demasiada influencia de otras costumbres y la compañía de niños que no son chinos, mis nietos tienen que regresar a China y después de unos años volverán, si es posible con sus esposas, no voy hablar más de este asunto, mi decisión está tomada.  
La reunión se dio por terminada, Liang madre de los niños fue a su  habitación seguida por su esposo y a  puerta cerrada ella lloraba y  pedía a Guo que no permita que se lleven a los niños, sus hijos eran todo para ella.
-Te suplico esposo habla con tu padre, dile que no estás de acuerdo con su decisión, nuestros hijos no pueden crecer lejos de nosotros, tienes que impedirlo-  rogaba su esposa y madre de los niños.
Guo contestó -Liang.... escúchame, ellos no se iran para siempre después de unos años van a regresar, el tiempo pasa muy rápido, cuando menos lo esperes ellos estarán de regreso- dijo esto para consolar a su esposa, en el fondo no quería enfrentar a su padre.
-No. no puedo aceptar tus palabras, tu padre es injusto, son solo unos niños- contestó Liang alzando la voz con desesperación. 
Al día siguiente y contra las costumbres establecidas Liang se acercó al patriarca para hablar con él, tenía la esperanza de hacerle cambiar de opinión  
-Padre- le dijo acercándose a él que se encontraba solo en el comedor -yo vengo a suplicarle que no envié a mis hijos de regreso a China, ellos aquí pueden recibir la misma educación y costumbres de nuestro país  yo me voy a encargar que  así sea.
El patriarca miró a su nuera Liang con seriedad y contestó -como te atreves mujer a contradecir mis palabras, yo he dado una orden y tiene que cumplirse, desde este momento te ordeno que no te acerques a mí y me dirijas la palabra-  terminó de hablar el patriarca con la voz en alto. 
Liang quiso insistir pero el abuelo Huan Yue contestó -retírate de mi presencia, no quiero verte ni escucharte... 
CONTINUARÁ         

domingo, 29 de octubre de 2017

UN PARÉNTESIS... ¡MODA!





Hablar de moda es un tema que a mí me apasiona, además es importante en  la vida moderna porque se traduce en el estilo y las actividades de cada persona. 
Un día podemos vestir sport y otro día podemos vestir formal. Todo depende de las actividades que realicemos.
El vestido corto es una prenda que nunca pasa de moda y debemos tener siempre uno en nuestro armario, puede ser de colores clásicos o estampados. Es una prenda que nos permite estar cómoda a toda hora.        





 Este verano el vestido largo seguirá vigente. Se puede escoger en diferentes cortes, colores  y diseños.
Son frescos, cómodos y ligeros. 
Vestidas con uno de ellos siempre estaremos a la moda.
El largo puede ser hasta el tobillo o a media pierna, en degrade o recto pero debemos cuidar que si  somos de estatura pequeña, no conviene que sean muy largos.
Escoger el tipo de tela es otro detalle importante, de preferencia deben ser telas ligeras para el verano y el modelo que vaya de acuerdo a nuestra figura. 
   





Tener en nuestro guarda ropa, un conjunto más formal es lo indicado, nos salva cuando tenemos que asistir a compromisos importantes y donde es necesario estar bien presentadas.
Para estos eventos un vestido corto y diseño clásico puede ayudarnos, además podemos  acompañarlo con un saco que combine. 
Los colores y el diseño son a escoger con el gusto y estilo de cada mujer.     





Hay días y momentos que deseamos vestir más sport, con un pantalón jeans, un polo y saquito de corte deportivo estaremos excelentes para salir a caminar, una reunión de amigas etc. 
La ropa que llevamos es parte de nuestro estilo y personalidad, puede ser elegante o más ligera, todo depende de la actividad que realizamos o el compromiso al que vamos.  
No es necesario gastar fortunas para tener un armario variado, solo debemos saber escoger nuestras prendas para que se puedan combinar y así multiplicar nuestras tenidas.
El verano está cerca y la ropa siempre es más alegre, colorida y ligera. 
Estos son solo unos ejemplos, el resto queda para la imaginación y gusto de cada mujer. Las combinaciones pueden ser infinitas.