Nany conocía bien a sus nietas y sabía que eran hijas muy queridas, ella no deseaba entristecerlas con una situación que marcó su vida y la lleno de dolor, no era el momento para esa clase de historias.
Fanny la sacó de sus pensamientos al preguntar: -¿Nany en tu juventud la vida era más tranquila qué ahora?-.
-Si mi querida Fanny, la gente vivía sin prisa ni stress, había tiempo para la familia, para disfrutar con los hijos en el hogar. Si eras soltera, después del trabajo podías salir con tus amigas y disfrutar de un lonche o tal vez ir al cine, se vivía mejor, con más calma-.
En el cuello de Liza, Nany reconoció la cadena de oro que le había regalado en las navidades pasadas. Ella, había abierto su joyero para regalarle a cada una de sus nietas una joya, era el tiempo de regalar. No quería esperar partir de este mundo para que puedan heredar algo especial. La abuela le había regalado a Fanny una sortija de oro con una pequeña esmeralda, a Liza le regaló una cadena con un dije de topacio y a Merry una pulsera con pequeños corazones, todas era joyas delicadas y finas, trabajadas en oro que el abuelo le regalaba en cada aniversario de bodas. No eran joyas ostentosas ni exageradas, al contrario cada una era delicada y hermosa. Nany quería mucho a sus nietas y disfrutaba pasar tiempo con ellas, por ese motivo los almuerzos de domingo en casa de su hijo eran muy familiares. Nada disfrutaba más que estar junto a sus nietas, su nuera y su hijo. Trataba de no recordar tiempos llenos de tristeza, que la hicieron sufrir en demasía. Nany había tenido cuatro hijos de los cuales solo le quedaba el menor que era el doctor Martel, se sentía tan orgullosa de este hijo que era su amparo y protección. Sus otros hijos ya no estaban y eso la hacía sufrir no quería que Fanny y Liza vean en su rostro dibujada la tristeza y el dolor.
Para cambiar de tema la abuela comentó -Mery seguro esta disfrutando en estos momentos de su viaje, ella estaba tan ilusionada en viajar con sus amigas del colegio-.
-Si Nany- dijo Liza con tono de impaciencia -ella no paraba de hablar de su viaje y lo importante que era estar con sus amigas de la promoción, aquí en casa a todos nos tenía un poco aturdidos con las cosas que pensaba hacer. Nosotros solo le decíamos que debía tener cuidado y andar siempre en grupo-.
-Si, Mery a veces puede ser un poco exagerada con sus relatos- contestó Fanny dando la razón a Liza.
-¡No! mis queridas nietas, no hablen así, ustedes como hermanas mayores deben comprender y tener paciencia con su hermana menor. Para Mery es su primer viaje sin la familia, es una forma de declarar su independencia, algo muy delicado en ella- comentó Nany como respuesta.
La tarde transcurría en casa del doctor Martel con una amena conversación, Nany y sus nietas comentaban todos los pormenores que habían vivido en la semana, fue Fanny quien dijo: -son casi las seis de la tarde y todavía no llegan nuestros padres, creo que van a demorar un par de horas-.
-No importa si llegan tarde- exclamó Liza -Nany se puede quedar a dormir en casa, el cuarto de Mery esta libre y ahí puede descansar, seguro nuestros padres van a regresar fatigados-.
-No sé si debo quedarme- contestó Nany -en mi casa solo esta la señora del servicio y ella me espera para luego asegurar la puerta de entrada, además no he traído nada para dormir, no estoy preparada-. respondió preocupada.
-Nany no hay problema con tu casa, llamamos a la señora para que cierre bien la puerta y por una pijama ni te preocupes, Liza y yo tenemos bastantes y podemos prestar una, será muy divertido que te quedes a dormir en casa- contestó Fanny
Nany sonrió con la ocurrencia de su nieta mayor, pero era verdad al asegurar que su padre llegaría tarde y cansado del paseo, era mejor pensar en quedarse una noche en la casa de su hijo, no quería molestar a éste con la insistencia de que la lleve de regreso a su casa.
Oscar Martel en muchas ocasiones le había insistido a su madre para que venga a vivir con él, con su esposa e hijas, pero Nany siempre le decía -no hijo, es mejor quedarme en mi casa, yo tengo una manera de vivir y de hacer mis cosas. Al venir a tu casa tendría que dejar mis objetos más queridos, mis recuerdos y mis muebles que son necesarios para mí pero lo más importante, Felicia y tú necesitan su privacidad y su hogar con las niñas, no quiero importunar con mis manías y costumbres. Es mejor seguir así. El hijo siempre dispuesto a complacer a su madre no insistió más.
En cambio, la tarde en la casa de campo del congresista Pandura estaba de lo más entretenida, la reunion continuaba y la conversación se tornaba más interesante cada minuto después que hiciera el anuncio de lanzar su candidatura para las próximas elecciones. Era cierto que debía pasar todavía por la aprobación de los demás miembros del partido para ser aceptado oficialmente como candidato, existían otros miembros tan interesados como él en ser los elegidos.
Ramiro Fuentes y Marcelo Haro se acercaron al doctor Martel que era el que los había invitado almuerzo, el primero comentó: -no sé si deba aceptar ser parte de esta propuesta de ayudar económicamente al congresista, yo nunca he intervenido en política para mí seria un campo nuevo y desconocido-.
Marcelo Haro también tenía sus dudas, él era un empresario solvente y su empresa era sólida en cuanto a ingresos se refiere, las dudas lo asaltaban para él la política era un campo nuevo y minado.
-Yo tengo los mismos reparos que Ramiro- habló Marcelo -no sé si deba entrar para apoyar al congresista Panduro-.
El doctor Martel los había escuchado y les daba hasta un punto la razón en cuanto a sus dudas, por eso comentó: -el venir a esta reunión, no los compromete necesariamente aceptar estar al lado del congresista. Pienso que si se niegan Américo no se va a molestar, no tiene porque, nada los obliga a un compromiso, nuestro amigo es un hombre comprensivo y amplio de opinión, jamás los va obligar aceptar lo que no desean hacer. Es una persona de pensamientos claros, en todo el tiempo que lo conozco a demostrado ser de una sola línea-.
Ramiro y Marcelo se sintieron más tranquilos, todavía tenían sus reparos pero las palabras del doctor los tranquilizaron.
El almuerzo fue exquisito todos estaban de acuerdo, ahora la reunión era en la terraza, los invitados compartían bebidas y tragos cortos, además de bocaditos. Américo Panduro, se acercó al doctor Martel y lo llevó a un lado, deseaba conversar con él, le señaló una sala ubicada al costado del jardín donde tendrían privacidad, con el rostro serio el congresista comentó:
-Oscar Martel ahora estamos en privado, no hay nadie en esta sala, lo que quiero proponerte es que aceptes ser parte de mi equipo para preparar mi candidatura. Sé que falta mucho tiempo y mucha agua debe correr bajo el puente pero si salgo electo deseo nombrarte a ti como mi ministro de salud-.
Oscar Martel por unos segundos no sabía que contestar a semejante propuesta, el congresista prosiguió: -Todavía hay mucho tiempo por delante para que este proyecto se concrete y nuestro presidente debe estar de acuerdo con mi propuesta pero desearía rodearme de gente preparada, solvente de carácter y trayectoria, gente que me ayude a cambiar la realidad que vive nuestro país. No me conteste en este momento, solo quiero que lo pienses- finalizó Américo y lo invitó de nuevo a reunirse en la terraza con el resto de invitados.
Cerca de las seis de la tarde se comenzaban a despedir las personas que habían asistido al evento en la casa de campo, Ramiro y Marcelo se despedían de Américo y del doctor, éste esperaba que otros se vayan para despedirse también, al notar que la casa se iba quedando vacía, el doctor y su esposa se acercaron para dar las gracias por el almuerzo y la recepción, Américo se despidió diciendo sus últimas palabras -Oscar espero que lo pienses y aceptes ser parte de mi equipo-.
El doctor Martel sonrió e invitó a su esposa a subir al carro, Felicia asombrada pregunto: -¿a qué se refería Américo Panduro?-
El doctor contestó: -quiere que sea parte de su equipo dentro del partido en caso se presente para las elecciones presidenciales, pero todavía hay mucho pan que rebanar y yo no estoy seguro de aceptar su propuesta-.
Un corto camino debía recorrer el doctor para salir a la carretera principal, a través del espejo retrovisor se podía ver una expresión sombría en su rostro al recordar un triste episodio que vivió su familia, entrar en la política era lo último que podía pensar, no quería vivir de nuevo la angustia y el pesar de tristes recuerdos.
CONTINUARÁ
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